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Comerse el mundo sin miedo: una exposición que despierta el alma y el paladar. Casa del Lago UNAM y Colección FEMSA presentan “Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas”

Comerse el mundo sin miedo: una exposición que despierta el alma y el paladar. Casa del Lago UNAM y Colección FEMSA presentan “Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas”

Del 17 de mayo al 14 de septiembre de 2025, Casa del Lago UNAM se convierte en un espacio sensorial y poético donde lo cotidiano —el acto de comer— se transforma en un gesto político, íntimo y colectivo. La exposición Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas, realizada en colaboración con la Colección FEMSA, nos invita a pensar con el cuerpo, a saborear con el corazón y a mirar el mundo con otros ojos.

Esta muestra reúne 43 obras de 37 artistas que han decidido hablar del alimento no solo como sustento, sino como un lenguaje universal cargado de memoria, territorio, resistencia y afecto. En pinturas, instalaciones, videos y piezas comisionadas, cada obra se convierte en un plato servido con historias: historias de raíces, de fronteras cruzadas, de herencias culturales y silencios compartidos alrededor de una mesa.

La exposición ha sido posible gracias a la visión sensible y comprometida de Laura Pacheco, Gerente de la Colección y Bienal FEMSA, quien ha logrado construir una narrativa donde el arte se vuelve un espejo de lo que somos y lo que comemos. Su trabajo ha sido esencial para que esta curaduría —original, abierta, viva— pueda hoy habitar las salas de Casa del Lago.

Del otro lado, la complicidad con Cinthya García Leyva, directora de Casa del Lago UNAM, ha sido una alquimia perfecta. Bajo su dirección, este espacio ha seguido expandiendo su vocación como lugar de pensamiento, arte y experimentación en el corazón del Bosque de Chapultepec. García Leyva ha apostado por una curaduría que habla con el cuerpo, que no teme tocar lo visceral y lo colectivo, lo que nos une por debajo de las diferencias.

Dea López y Beto Díaz, los curadores de esta exposición, han tejido una constelación donde cada obra es una espina que no lastima, sino que revela. Con delicadeza y contundencia, han logrado reunir piezas de artistas como Ana Mendieta, Remedios Varo, Francis Alÿs, Manuel Álvarez Bravo, Antonio Henrique Amaral, Ana Gallardo, Cristóbal Ascencio, Alba Serra, Alan Sierra y muchos más, construyendo una experiencia que emociona y deja huella.

Hay piezas que evocan las cocinas de nuestras abuelas, otras que denuncian la violencia del extractivismo alimentario. Hay imágenes que celebran el goce de la comida compartida, y otras que muestran cómo la comida también puede ser frontera, exclusión, lucha. En este recorrido, el espectador no solo ve: prueba, recuerda, imagina. Y, sobre todo, se reconoce.

En un mundo cada vez más desconectado de la tierra, esta exposición nos recuerda que comer es un acto de pertenencia. Que morder una fruta o beber un caldo es también saborear una historia. Que detrás de cada grano hay una vida, un territorio, una resistencia.

Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas es, sin duda, una de las exposiciones más emotivas del año. No se trata solo de arte: se trata de volver a mirar el mundo con hambre de verdad, de justicia, de belleza.

Una invitación a comerse el mundo, pero esta vez, con conciencia.
Con la boca abierta.
Con el alma despierta.