Gisela Antonuccio: Hermanas

Gisela Antonuccio: Hermanas

José Luis Trueba Lara

Gisela Antonuccio, quien además de ser novelista se dedica al periodismo cultural y al cuento, ha vuelto a las andadas después de algunos años de silencio. Más de una década separa a La hija (2008) de Hermanas (Hachette, 2024), su más reciente novela. Hermanas es una creación extraña: la brevedad de sus capítulos casi nos obliga a pensarla como una película, como un texto que, a fuerza de destilaciones, se transformó en párrafos magros y precisos. Por estas y otras razones había que conversar con la autora. Aquí están sus palabras.

Estarás de acuerdo conmigo en que entre La hija y Hermanas ha pasado un largo periodo. ¿Qué te ocurrió durante esos años? ¿Qué hiciste en ese tiempo que casi parecería marcado por el silencio?

Ésa es una pregunta que también me he hecho a mí misma. Mi primera explicación es que me llevo muy bien con el anonimato, aunque éstos no son tiempos fáciles para aceptarlo. Sin embargo, soy periodista y nunca he cesado de escribir. He participado en algunas antologías de cuentos y, por supuesto, no he dejado de publicar ni de participar en medios distintos del libro. Hermanas, en este sentido, es un regreso a la novela.

La publicación de Hermanas me obliga a hacerte una pregunta que la une con tu novela anterior. ¿Por qué te involucras tanto en los asuntos familiares, al grado de transformarlos en uno de los ejes de tu literatura?

¿Sabes qué es lo que me pasa? Algo simple y terrible: en la familia encuentro el sustrato del horror cotidiano. A veces lo descubro en las historias distópicas o en las noticias tremendas, pero la verdad es que —aunque pensemos otra cosa— el horror está mucho más cerca de nosotros. Él puede encarnarse en un vecino, en la persona que nos atiende en el supermercado, en alguien muy cercano. Lo fascinante consiste en que esos horrores resultan invisibles y apenas los intuimos cuando están cerca de nosotros.

Pero aquí hay un riesgo: por más que veamos a las personas que están cerca de nosotros, no podemos saber si esos horrores son reales o sólo los estamos imaginando…

Lo que me dices es interesante. La única respuesta que se me ocurre es asumir que un escritor juega a pensar en “qué pasaría si”. Este juego es inevitable: se puede partir de una imagen o de una experiencia conocida, lo mismo da si se trata de mi trabajo como novelista o como periodista. Éste es un ejercicio que llevamos a cabo en nuestra vida diaria cuando le inyectamos una dosis de ficción a los acontecimientos.

También hay otros asuntos que me preocupan: la estigmatización de la víctima siempre es un problema que me interesa destacar. Las víctimas de abuso generalmente sienten vergüenza. En Hermanas hay un abuso y, por supuesto, también existen víctimas y preguntas difíciles: ¿cómo puedo relacionarme con la persona que teóricamente es mi hermana? Efectivamente, en esta novela exploro las relaciones entre las personas, cuestiono cuán genuinos son sus vínculos, incluso cuando no se comparten lazos de sangre y se hace un pacto de amor. Y, en ella, también exploro las formas cuestionables del amor. Todos amamos a nuestros seres queridos y, muchas veces, sin darnos cuenta, los amamos de manera cuestionable. Hermanas intenta explorar todas estas relaciones sin tratar de dar una opinión. Sus páginas quieren mostrar la manera de ser de estos personajes de la forma más auténtica posible.

¿Te gusta el cine? 

Me encanta el cine, me apasiona, me fascina. Es como mi otro amor.

Después de esta declaración de principios, la pregunta es obligada: ¿cómo se relaciona esta pasión con Hermanas?

Yo soy muy visual y en esta novela esta característica resulta muy notoria: en Hermanas, todo el trabajo narrativo estuvo encaminado a describir escenas precisas. Ésa era la intención cuando la creé y la pensé. Por esta causa, la novela está contada desde la perspectiva de una chica y su voz se vuelve más vibrante conforme avanza la trama. Traté de ponerme en el lugar de esa narradora y entender cómo veía el mundo que estaba a su alrededor. Toda la historia se compone de acciones y no cae en la tentación de crear largos monólogos interiores ni diálogos extensisímos.

Además de esta pasión cinematográfica que le dio una estructura a la novela, en Hermanas también están las huellas de mi trabajo como periodista: tú sabes que los adjetivos son el mayor enemigo de los géneros informativos. Por esta razón, en esta novela también intenté limitar su uso al mínimo posible; sólo de esta manera podía contar una historia para que el lector tuviera la capacidad de pensar y analizar los hechos sin demasiadas sugerencias.+