David Unger. Las historias más sabrosas
David Unger es como un niño hambriento por contar historias: comienza a platicar y el brillo en sus ojos lo delata: lo que escribe le alimenta y le da vida. Es curioso e imaginativo. Esa curiosidad le llevó a escribir su nuevo libro: José, cocinero del mundo (Macmillan Castillo Infantil, 2024), en el que cuenta la historia del extraordinario chef José Andrés, el cocinero-héroe que ha llevado el calor del hogar y el alimento a las personas víctimas de desastres en todo el mundo, gracias a su fundación World Central Kitchen.
David es traductor de grandes mujeres como Elena Garro, Rigoberta Menchú, Bárbara Jacobs y Silvia Molina; de ellas aprendió a cocinar la ficción a fuego lento y a darles tiempo a las palabras para que tomen su sabor. En esta entrevista nos lo cuenta todo.
¿Qué tal, David? ¡Qué bueno verte!
¡Muy bien! Ya estoy emocionado por tomar el avión a México y pasar alrededor de nueve días en la fil Guadalajara, desde el 30 de noviembre hasta el 8 de diciembre.
¿Y qué actividades vas a tener en la fil?
Bueno, no sé si saben que trabajo para la fil como el representante internacional. Así que tengo un papel bastante importante con muchas personas que vienen del extranjero por primera vez, principalmente de Europa, América Latina y Asia. Y, por suerte, esta vez también voy a presentar mi libro José, el cocinero del mundo, que habla sobre el chef José Andrés, reconocido por su cocina internacional que va a cualquier parte del mundo cuando hay una emergencia para alimentar a la gente. Voy a presentarlo el 4 de diciembre a las 16 horas en el Salón A de la Expo Guadalajara.
Lo anotaré ahora mismo. Pero, cuéntanos: ¿cómo llegó a ti esta historia?
Bueno, lo conocí, no personalmente, sino por su labor desde 2010, en su primer viaje a Haití, cuando fue el terremoto y la gente estaba pasando hambre. También había comido en sus restaurantes en Washington, principalmente en Jaleo. Para este libro en inglés, me llegó la idea gracias a un chilango gran amigo mío, Mauricio Velázquez, editor de Duopress aquí en Estados Unidos.
Mauricio me preguntó: “David, sé que has escrito libros para niños, pero nunca un libro de no ficción, ¿verdad?”. Y le dije: “Mira, estoy pensando en escribir un libro sobre José Ramón Andrés Puerta, el chef. ¿Qué te parece?”. “¡Magnífico!”. Así que empecé a investigar un poco más sobre la vida de José Andrés.
La historia de José Andrés me dejó pensando: cualquiera de nosotros y cualquier niña o niño podría convertirse en un héroe, por pequeño que sea, ¡eso es impresionante!
Creo que él tuvo la suerte de tener un padre y una madre que eran enfermeros en un hospital. Y de vez en cuando los acompañaba y veía lo importante que era ayudar a sanar a la gente. Durante los fines de semana, su mamá cocinaba para toda la semana, como en muchas familias; eso está cambiando, gracias a Dios. Pero el padre cocinaba paella el fin de semana para sus amigos.
Y la gente venía a comer, a beber, a cantar y a bailar. Y al pequeño José Andrés le encantó eso: quería cocinar la paella. El padre le dijo que, antes de poder cocinar, tienes que aprender a controlar el fuego. No era sólo cuestión de poner la sartén allí y cocinar. Tienes que pelar las zanahorias, pelar las papas, sí, ése es el trabajo que haces en la cocina. Y no quiero decir que fueran lecciones, porque las lecciones te hacen pensar en escuelas. Creo que más bien fue una influencia, un aprendizaje que tuvo con sus padres: que, a través de la comida, uno podía ser feliz, hacer reír a la gente y darles alegría. Y eso es muy importante.
Así que, además de curioso, era fiestero el niño.
Yo creo que sí. Creo que le gustaba la idea de cocinar. Era una pasión que tenía. Cuando cumplió 15 años, dejó su pueblo en Asturias y se fue a Barcelona para estudiar cocina. Eventualmente se convirtió en uno de los chefs de ese famosísimo restaurante muy famoso, El Bulli, que estaba en el norte de Barcelona, y después también cocinó durante un año en un barco de marineros españoles, e hizo el viaje a Nueva York, y allí trabajó en un restaurante. De vez en cuando, trabajaba en las cocinas de personas desamparadas que no tenían donde dormir ni comer. En inglés se llaman soup kitchen, porque principalmente usan esas ollas gigantes y sirven la comida en tazas. Y creo que ahí se dio cuenta de que la comida podía transformar a las personas deprimidas y tristes, y hacerlas sentir satisfechas.
Pero supongo que José tuvo que trabajar duro para convertirse en un héroe. O sea, ser un héroe no significa sólo tener talento, sino que tienes que trabajar para lograrlo. Y es difícil, y no sólo tuvo que desvelarse, sino sufrir. Su proyecto implica estar ahí alimentando a la gente que queda afectada por un terremoto, un huracán o una guerra. Creo que se necesita un espíritu muy fuerte para poder sobrellevar todo eso y aún así conservar el buen humor.
Tienes toda la razón. Yo creo que él no podía quedarse en el sofá viendo la televisión y observando cómo la gente sufría. Así que en Haití convenció a unos amigos para que lo acompañaran a cocinar. Y tuvo la idea de hacer frijoles como se comen en España. Pero se dio cuenta de que los haitianos no querían comerlos, porque a ellos les gustaban más los frijoles colados. De nuevo, no es una lección, sino un aprendizaje: cuando vas a la casa de alguien más y les cocinas porque están enfermos o se sienten débiles, es importante que prepares la comida a su gusto, para que sientan que lo que están comiendo es agradable para ellos.
Cuando leo tu libro, que para algunos puede parecer pequeño, pero en realidad no lo es, llego a la siguiente reflexión: ¿cómo crees que las chicas y los chicos pueden convertirse en héroes?
Es una buena pregunta, muy difícil de contestar. Porque creo que los patojos y patojas, como se dice en mi país, tienen mucha presión de sus padres para que sean abogados, impresores, empresarios, o lo que sea. Pero creo que cada uno de nosotros tiene que encontrar su camino en la vida para mejorar este mundo.
Creo que este mundo tan precioso tiene que ser sanado, cuidado. Porque no tenemos garantías de que la vida y la Tierra duren para siempre. Y cada persona tiene que encontrar su propia manera de ganarse el pan. Pero considero que hay maneras de ganarse la vida y, al mismo tiempo, ayudar a los demás. +