Primavera de poetas
21 de marzo
La poesía siempre ha estado íntimamente ligada a la Naturaleza y, en concreto, a la primavera. Por eso, en 1999, la UNESCO proclamó el 21 de marzo como el Día Mundial de la Poesía.
Con ese motivo y acogiéndose a la protección de las nueve musas del noble arte de hacer versos, la Fundación del Español Urgente ha publicado en su página web un breviario de términos, observaciones y comentarios relacionados con la poesía.
La primera de las observaciones es que el nombre oficial de esta festividad es “Día Mundial de la Poesía” y no “Día Internacional de la Poesía”, como se lee en algunas noticias. En Europa, el 21 de marzo también se llama la “Primavera de los Poetas” y en Colombia, la “Común Presencia de los Poetas”.
Se recomienda seguir al respecto la norma de la “Ortografía de la lengua española” según la cual los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de festividades se escriben con inicial mayúscula.
No es una casualidad que el Día Mundial de la Poesía se celebre el 21 de marzo durante el equinoccio de primavera, cuando los días son iguales a las noches en toda la Tierra porque el Sol está sobre el ecuador.
El origen de la tragedia griega (escrita en verso) proviene de las fiestas en honor a Dionisos, el dios más alegre y borrachín del Olimpo que, como las cosechas, moría en invierno y renacía en la primavera.
Entre las palabras recogidas en el breviario de la Fundéu BBVA aparece “poética”, que puede funcionar como sustantivo o adjetivo. Como sustantivo, se refiere al “conjunto de principios o de reglas, explícitos o no, que observan un género literario o artístico, una escuela o un autor”, mientras que el adjetivo poético designa lo que “manifiesta o expresa en alto grado las cualidades propias de la poesía, en especial las de la lírica”.
En los últimos tiempos la elección “poeta” o “poetisa” para designar a la mujer que escribe versos es objeto de muchas y a veces crudas polémicas.
Si nos atenemos al “Diccionario panhispánico de dudas”, la palabra “poeta” pertenece al grupo de palabras con género masculino que se refieren a seres de ambos sexos, si bien es cierto que, en este caso concreto “poetisa” era el femenino tradicional.
Hoy en día se admiten, para la forma femenina, tanto “poeta” como “poetisa” reivindicadas, respectivamente, por dos corrientes feministas: la que prefiere “poeta” para alejarse de la acepción de “sensiblera” que antaño tenía la forma “poetisa” y recuperar la universalidad primigenia de “poeta”, y aquella que defiende el término “poetisa” como reivindicación de la identidad femenina.
Si se trata de buscar alternativas para la palabra “poeta”, hay que tener en cuenta que pocos sinónimos son perfectos pero los hay más ajustados que otros al significado de la palabra que se quiere suplir.
En este caso, los más cercanos son “lírico”, “vate”, “versificador”, “versista”, “rimador”, “juglar”, “trovador”, “aedo”, “bardo” y “rapsoda”, aunque actualmente están en desuso.
“Vate”, concretamente, tiene hoy en día en día una connotación grandilocuente debido a la primera acepción de este término que significa “adivino”.
A su vez, “aedo” (cantor épico de antigua Grecia), “bardo” (poeta de los antiguos celtas) y “rapsoda” (recitador ambulante que en la Grecia antigua cantaba poemas homéricos u otras poesías épicas) son términos demasiado específicos de una época y de una comunidad que ya no responden al significado actual de poeta.
Lo mismo ocurre con “juglar” (hombre que por estipendio o dádivas recitaba o cantaba poesías de los trovadores, para recreo de los reyes y de los magnates) y con “trovador” (poeta provenzal de la Edad Media, que escribía y trovaba en lengua de oc).
El breviario elaborado por la Fundéu BBVA concluye con la explicación de algunas expresiones, refranes y curiosidades sobre los poetas y la poesía.
Así, explica que “tener cara de poema” es una expresión que se utiliza para designar lo que se considera cómico o ridículo.
Cuando un proyecto u obra es de exageradas o farragosas dimensiones, se dicen de él que es “la Biblia en verso” en recuerdo de la desmedida empresa de José María Carulla (1839 – 1912) que versificó cuatro de los setenta y dos libros de los que consta la Biblia, cargándolos de ripios y rimas forzadas.
También se explica que los “poetas duendes” o “memorillas” eran, en el Siglo de Oro, los piratas literarios que se aprendían de memoria las obras de teatro durante las representaciones y luego las dictaban al salir y las vendían, convirtiéndose así en la pesadilla, entre otros, de Lope de Vega.
Y no faltan, para acabar, los refranes como “De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, “Ni poeta con dinero ni mujer sin pero” o “Dámelo poeta, y te lo daré sin una peseta”.+