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Vida de perro, ¡feliz! Entrevista con Elvis, el cachorro de Rodrigo Morlesin

Vida de perro, ¡feliz! Entrevista con Elvis, el cachorro de Rodrigo Morlesin
Fabián V. Escalante

La historia de Elvis está llena de sorpresas. A veces es alegre, otras veces es triste, y hay momentos donde no sabemos qué va a pasar. Pero Elvis es definitivamente un cachorro muy especial que quiere descubrir qué hace en este mundo.

A pesar de que el protagonista de Elvis nunca se equivoca no siempre la pasa bien, eso lo ha hecho aprender muchas cosas. Él es tan especial que nos dimos a la tarea de saber qué opina sobre ciertos temas. Como queremos conocerlo más, con la ayuda de Rodrigo Morlesin, su traductor humano-perro oficial, le hicimos algunas preguntas.

Elvis, ¿te gusta cómo te tratan los humanos? ¿Son buenos contigo?

Sí, me gusta vivir con ellos, aunque hay que estarlos cuidando todo el tiempo. Pero eso también es divertido. Aún es raro vivir encerrado en una casa. Extraño el poder ir a donde yo quiera, aunque “a donde yo quiera” siempre sea al parque por un helado. Lo que no me gusta es que después de todo lo que hago por la familia, ellos se comen las chuletas y a mí me dan croquetas sabor cartón.

Una vez leí que el amor no es aplicable a los humanos, que el amor verdadero es aquel que sientes por un perrito o un gatito. ¿Qué dices, Elvis, es así?

¡Esa frase es una trampa! Amor y perro son sinónimos, pero amor y gato son antónimos. Pero amor y familia… eso es complicado. La gente tiene una extraña manera de decir amor. El otro día me castigaron porque demostré mi amor a mamá. Llegó a casa quejándose de que los zapatos nuevos le apretaban. Así que en lo que cenaban los ablandé un poco. ¡¿Puedes creer que se enojó muchísimo?! Estaba ablande que ablande cuando llegó y me comenzó a gritar y a perseguir. Me aventó uno de los zapatos que se estrelló contra la ventana de la cocina. A mamá debieron castigarla en el jardín por romper la ventana, no a mí.

¿Cuáles son las palabras más bellas que recuerdas de Ana?

¡Elvis! Esa es la palabra. ¿Sabes que Ana me puso el nombre?

¿Todo cachorro merece una Ana?

Si el mundo tuviera más Anas y menos hombres de la perrera… Ana es mi mejor amiga y siempre lo será.

¿Te gusta tu familia?

No. ¡Broma! Claro que sí. Me necesitan y yo estoy ahí para ellos. Es mi deber cuidar del bebé y enseñarle lo más importante de la vida: a caminar, a esconderse, a no comerse los gusanos del jardín. Por lo pronto ya le enseñé a aullar de buenas noches. Es muy divertido.

¿A qué huele un perro?

¡A alegría! A tierra y pasto, chuletas y mocos con beso del bebé.

¿Cuál es la canción de Elvis Presley que te pone más feliz?

¡Uy qué difícil! Me gusta “Hound Dog” porque es como si me la cantara a mí. Pero también hay una que hace que mi cola se mueva incontrolablemente. Se llama algo como “Less Conversa…” algo. Elvis tiene una canción para cada momento. “Don’t Be Cruel” para cuando me regañan, “Love Me Tender” cuando me dan chuletas… ¡es perfecto! Me gusta la de “Suspichos”. Papá siempre pone “Burning Love” cuando vamos en el coche.

¿Qué es lo que lo que más te gusta de tu vida perruna?

No sé. Nunca he sido otra cosa que un perro. No puedo comparar. Aunque lo que más me gusta de ser yo es que he vivido muchas aventuras. Cuando vivía en la calle con la banda de Líder, con Perro Viejo y los demás, aprendí muchas cosas; podía ir a donde yo quisiera, pero tenía hambre. Ahora es diferente. Estoy en

casa pero soy feliz a lado de mi familia.

¿Por qué dirías tú que un perro es un ser fantástico?

¡Porque tenemos cola! Porque en nuestra naturaleza está expresarnos con todo el cuerpo. ¡Levantamos las orejas atentos! Nos hacemos invisibles cuando hay peligro. Sacamos la lengua cuando alguien nos cae bien. ¡Movemos la cola y lamemos cuando estamos felices! Y corremos más rápido que cualquiera en el parque. ¡Ser un perro es lo mejor!

Gracias por tus respuestas, Elvis. Ahora, ve a buscar el mejor helado que puedas encontrar.


Elvis nunca se equivoca (Tusquets) es la conmovedora historia de un extraordinario cachorrito, escrita por Rodrigo Morlesin e ilustrada por Satoshi Kitamura.