Un backstage del telón escénico en “El papel de nuestras vidas”, de Sadie Jones

Fue hace ya varios años cuando escuché por primera vez a un maestro citar que “la vida es como una obra de teatro que no permite ensayos”. Dentro de las interpretaciones que dicha frase puede tener hay algo de cierto cuando nos imaginamos a nosotros mismos como los personajes principales de esa puesta en escena cuyo escenario es el mundo entero. Efectivamente, en el día a día, nos enfrentamos a una página en blanco que vamos vislumbrando según vamos viviendo.

“El papel de nuestras vidas” (Tusquets Editores, 2015) de la escritora londinense, Sadie Jones, es una novela que se desenvuelve en los años setenta, con el ámbito teatral como gran escenografía que recorre las páginas. En esa Inglaterra donde la escena punk aún no se vislumbraba y tanto los conflictos políticos como sociales afectaban a una parte importante de la sociedad, la cultura sirvió como bastión y trinchera de la juventud.

REPARTO:

Luke Kanowski es un joven que cursó el bachillerato en Seston. Cuando estuvo a punto de pasar al siguiente grado, decidió que no estudiaría en la Universidad y comenzó a trabajar en una fábrica de papel. Su bajo sueldo nunca le impidió leer todo lo que se encontrara a su paso y, sobre todo, a Shakespeare. La monotonía de su trabajo tampoco apagó su genio creativo, por lo que se dedicó a escribir algunos poemas y obras de teatro.

Paul Driscoll es un hombre rubio que carga con la sombra de su padre, un importante ingeniero. Sin embargo, rebelde como la generación a la que pertenece, su meta siempre fue convertirse en un productor teatral, aunque desencadenara el rechazo familiar.

Leigh Radley es una chica escéptica de las relaciones personales. El trauma de ver el paulatino y destructivo desgaste de su familia la obsesionó con una idea de seguridad difícil de asir en un mundo tan caótico.

Nina Jacobs es reconocida como una joven actriz. Sin embargo, en su fuero interno, salir al escenario constituye una hazaña inmensa para ella, una chica tímida que ha tenido que lidiar con la figura opresiva que representa su madre.

“El papel de nuestras vidas” entrelaza los caminos de cada uno de los personajes: estaban destinados a conocerse tarde o temprano. Paul y Leigh, rumbo a entrevistarse con un escritor, topan con Luke, quien inmediatamente percibe una conexión con ellos. Sus nuevos conocidos forman más parte del mundo al que él pertenece, que el que vive en Seston. Tendrán que pasar algunos años para que vuelvan a reunirse con una carrera en ciernes dentro del gremio teatral, donde también Nina se halla involucrada junto con su esposo Tony. Será, a su vez, el amor imposible otro de los personajes que subyace entre líneas, un personaje constante que no hace otra cosa más que afligir a los jóvenes cuya carrera va despegando.

Somos testigos del escabroso terreno trazado en “El papel de nuestras vidas”, de las dificultades y consecuencias que padecen los personajes frente a un mundo hostil hasta en las relaciones personales. Sólo hasta el final conseguirán una virtual liberación del yugo al que los vemos sometidos; de ahí en adelante, tras separaciones y descontentos, serán ellos los que escriban el papel de sus vidas.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa

-Sadie Jones. “El papel de nuestras vidas”, México: Tusquets Editores, 2015, 361 pp.

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