Dostoyevski, adelantado a todos los tiempos
Los entusiastas del psicoanálisis saben bien que en todo consultorio de un terapeuta que se precie de serlo debe haber, como mínimo, dos colecciones de libros en su consultorio: las obras completas de Sigmund Freud y las obras de Dostoyevski.
El propio Freud decía que el gran escritor ruso era clave para entender los mecanismos de la psique.
Por otro lado, se sabe que el gran escritor José Donoso les decía a los participantes de su taller: “Vayan y vuelvan cuando hayan leído a Dostoyevski”.
Dostoyevski murió un 9 de febrero de 1881. Han pasado 140 años desde entonces, y sigue siendo un autor adelantado incluso a nuestro momento. Obras como El jugador y Crimen y castigo bien podrían ser los antecedentes de series del tipo de American True Crime Story y su técnica intimista resuena con potencia en los más depurados títulos de la (tan moderna) novela gráfica.
Varias experiencias recurrentes atraviesan su vida, la primera es la de la muerte. Su madre y Puskhin, en plena adolescencia, luego su padre, también su hermano y compañero de aventuras literarias, su primera mujer, dos de sus hijos. Estrechamente relacionada se encuentra la salud —resentida aún más con los sufrimientos físicos contraídos en las prisiones— con la que lidió siempre, especialmente con la epilepsia.
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La segunda, la experiencia política que le granjeó ocho meses de cárcel, la condena a muerte conmutada a último momento por cuatro años de trabajos forzados en Siberia y la permanente búsqueda de un modelo político que fue mutando de un modernismo europeo hacia una alternativa eslava contra el atraso zarista. La tercera es la experiencia de la escritura que nos ayuda a entender cómo era la vida de la sociedad rusa en el tercer cuarto del siglo XIX.
En su escritura hay varias constantes, por ejemplo desde su primera novela, Pobre gente (1845), pasando por Crimen y castigo (1866), hasta la última Los hermanos Karamázov (1880), su martilleo crítico estará dirigido a la nobleza y a la burguesía urbana. En general los personajes de Dostoyevski ya muestran la crisis del hombre moderno, su alienación; son hijos de su siglo, crispados, apurados, en conflicto permanente con su interior, necesitan hablar, resolver. El planteo ético-político siempre aparece en teoría como muy claro; pero sus personajes lo desvirtúan, lo contradicen, en este aspecto el escritor es una especie de moralista fracasado. La actualidad de Dostoyevski consiste en que no le importa tanto la realidad sino los discursos que la atraviesan, eso es lo que está en sus novelas.
¿Cómo puede un autor tan lejano en el tiempo y el espacio ser de interés para el lector de hoy? Pocos como él mostraron, con una técnica llena de emoción e intensidad, algunos pliegues desconocidos y profundos y contradictorios y eternos del ser humano. Al contrario de los autores renegados, trasnochados o desencantados, (todo lo cual podría definirlo si se lo lee sin cuidado), la obra de Dostoyevski nos ayuda a conocernos en tanto seres humanos. +
En el podcast Desde el librero, entrevistamos a Los hermanos Karamázov. Dale play. +