Barbara Constantine, revelación de la novela francesa, debuta en español

Los sentimientos son la materia prima con la que construyen sus relatos Anna Gavalda, Marc Levy, Katherine Pancol o David Foenkinos, un exitoso elenco francés al que se suma ahora el nuevo fenómeno de la literatura gala: Barbara Constantine, "muy contenta", dice, de publicar por primera vez en español.

Y lo hace con Tom, pequeño Tom, hombrecito Tom (Seix Barral), el tercero de los cuatro libros que ha escrito hasta la fecha, tras Allumer le chat y A Mélie, sans mélo, así como la novela juvenil Voicins, voicines et Jules le chat.

Niños, jóvenes, ancianos, relaciones intergeneracionales y vida en el campo son los ingredientes que Constantine mezcla en sus novelas para elaborar historias que hablan de problemas graves, pero siempre con una buena dosis de humor.

En Tom, pequeño Tom, hombrecito Tom, una historia sobre un niño que parece un adulto y una madre que parece una adolescente, Constantine cruza los destinos de una serie de personajes a los que la vida no ha dado las mejores cartas y que, gracias al amor y el humor, consiguen encontrar su lugar en el mundo.

"Para mí es importante la risa", señala la hija del cantante y actor Eddie Constantine, famoso en los años 50, y de Helene Mussel, bailarina estrella del Ballet de Montecarlo, y lo corrobora durante su entrevista manteniendo casi perenne su amplía sonrisa.

Tampoco concibe la vida "sin gatos", a los que considera verdaderas "obras de arte" y de los que admira "su independencia, belleza y elegancia". Por eso hay felinos en todas sus novelas, incluida la que publicará en enero próximo en Francia, Et puis, Paulette, y en un cuento para niños en el que trabaja ahora.

A la literatura, en la que debutó en 2007, llegó tardíamente, siendo ya abuela, después de haber construido su carrera profesional en la danza, primero, y luego en el cine, donde ejerció durante "casi cuarenta años" como ayudante de dirección de realizadores tan conocidos como Robert Altman, Cédric Klapish, Olivier Assayas, Raúl Ruiz o Michel Piccoli, entre otros.

"Por mis manos han pasado cientos de guiones", rememora Constantine, quien define su estilo como "muy depurado", con "pocos detalles" para "ir a lo esencial".

"Me gusta la sencillez. Nos ahogamos en una montaña de detalles y olvidamos las cosas esenciales de la vida", esas cosas que frecuentemente enseñan los ancianos a sus nietos, por la sencilla razón, apunta, de que ellos tienen la "tranquilidad" para hacerlo.

Cosas tan aparentemente banales como "mirar crecer los bambús escuchando La Traviata", que enseña el personaje principal de A Mélie, sans mélo a su nieta, o plantar legumbres y hacer conservas, que transmite su bisabuela a Tom, el protagonista de la novela que acaba de publicarse en español.

"Horrorizada" se dice Constantine por el "maltrato" de la sociedad actual hacia las personas mayores, los niños y los jóvenes, por eso "comprende" y le "interesa" el movimiento de los indignados. "Tengo la impresión -dice- de que estamos en el alba de algo importante".

Las penurias de los mayores, "con pensiones ridículas y presas fáciles para los desaprensivos", centra la novela que acaba de terminar, Et puis Polette, en la que un grupo de ancianos se pone a compartir casa para salir adelante y hacerse compañía, al tiempo que acogen a jóvenes a cambio de algunas horas de trabajo.

Cuando el editor de sus tres anteriores novelas conoció el argumento le dijo: "¿Otra vez una historia de viejos?", tras lo cual, Constatine cambió de editorial.

El objetivo que siempre tiene "en la cabeza" es escribir "para aquellos que no leen, que leen poco o que han dejado de hacerlo".

Vive como si fuese "un regalo" su debut en español y celebra que haya llegado a tiempo para que puedan leerle amigos "muy mayores" que tiene en España "antes de que mueran", ya que sus padres fallecieron antes de que descubriese su faceta, única, suya propia, de escritora.

Imagen: Fotografía facilitada por Seix Barral de la escritora francesa Barbara Constantine.
Madrid, 23 oct (EFE)