Lo políticamente incorrecto en la comedia
03 de agosto de 2020
Diego Fainguersch
“No te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no vas a salir vivo”.
Elbert Hubbard
I. Por su naturaleza disruptiva, la comedia tiene que confrontar, romper, enfrentar. Debe ser altanera, provocadora y creadora de conciencia. El humor tiene licencias que ningún otro género posee: crea empatía pero también es amenazante, desestabilizador. Y esa tiene que ser su función en la sociedad: sacar al espectador de su zona de confort. Incomodar para replantear.
II. La comedia no tiene por qué ser profunda, pero cuestiona siempre. Enfrenta y te enfrenta con tus miedos, angustias, juicios y prejuicios. No se puede radicalizar una postura, pero debe replantearse desde lo políticamente incorrecto, como un zumbido en la conciencia para salir y ver. No puede quedarse en el juicio fácil y evidente, debe explorar más allá. La comedia tiene que animarse, y no puede tener miedo a enfrentar las cuestiones que rompen con esquemas impuestos. Debe mostrar tanto las miserias como las abundancias, quitarlas de su entorno natural y animarse a exponerlas en ámbitos diferentes que obliguen a la observación y el cuestionamiento.
III. Un comediante tiene un arma en su decir.
IV. ¿Cuáles serían los límites establecidos? Eso lo genera cada comediante, y tiene que ver más con sus juicios de valores autogenerados. Hay que ser valientes para decir las cosas y más valientes para sostenerlas con esos argumentos válidos que te representen.
V. ¿Hay temas que no se pueden tocar? En general nos gusta reírnos de aquello que nos compete superficialmente, porque cuando realmente nos toca de cerca, tenemos la piel muy fina. Nos reímos de los que nos identifica de manera superficial, pero cuando ahondamos más en temas sensibles como religión, discapacidad, pobreza o muerte, nos confronta dentro de nuestros “límites morales”. Esto tiene que ver con toda una serie de enseñanzas que nos inculcaron nuestros padres. Es casi imposible escapar y mantener una mirada objetiva para entender que nadie te va a castigar por enfrentarla con una sonrisa, ya que generalmente es un llamado de atención para que cambiemos ese enfoque heredado por algún tipo de replanteamiento nuevo: viendo todo como el morboso vecino de la casa de enfrente, a quien le da cierto placer ver lo que le sucede al vecindario mientras a él no le afecte.
VI. Y la realidad es que parte de la madurez de una sociedad es tener la capacidad de consumir humor aún cuando el espectador se sienta aludido por la temática. La madurez permite una distancia crítica, entender que no es personal sino contra el establishment al que pertenece.
VII. Cambiar el punto de visión –replantearnos– tiene que ser parte del desarrollo. Una sociedad no puede quedarse con una sola mirada y repetirla por generaciones. La única forma de avanzar, es tener la capacidad de cuestionar esas ideas preestablecidas. La religión suele ser la madre de los tabús. Siempre es divertido reírse de la religión que no te identifica, pero “cuidadito” cuando se tocan temas de la propia: en general, se piensa que cualquier chiste de judíos contado por un no judío es antisemita.
VIII. A veces sucede que las heridas aún no han cicatrizado, y entonces es prudente no jugar con ciertas temáticas. Recordemos la frase de Woody Allen: “La comedia es tragedia más tiempo”. Pero, ¿cabría definir de cuánto tiempo estamos hablando? Para algunos, el duelo puede durar días; mientras que para otros, años. ¿Cuál sería la medida justa para empezar a bromear? Ricky Gervais twitteó: “Que te ofenda no significa que tengas razón. También hay gente que se ofende con el mestizaje, los gays, los ateos, etc.” Muchas veces, la única medida de tiempo sería nuestro sentido común, que –por más convenciones sociales que tenga– sigue siendo una decisión unilateral del emisor.
IX. Debemos tener claro que, como en toda expresión artística, el comediante se está exponiendo ante una audiencia. Siempre tendrá detractores y admiradores. Ha tenido que aprender a lidiar con esos fantasmas. Nunca logrará caerle bien a todas las audiencias, como nunca logrará caerle bien a todas las personas. Pero se requiere valentía para averiguarlo y, sobre todo, mucha inteligencia. +