Después de haber creado una cofradía de lectores durante décadas con Editorial Siruela, el escritor y editor Jacobo Siruela comenzó un ciclo con Ediciones Atalanta que hoy cumple 15 años, confirmando que es uno de los mejores editores en nuestra lengua. En semanas pasadas estuvo en México para recibir la medalla que la Universidad Veracruzana otorga en reconocimiento a la trayectoria. Aprovechamos la ocasión y sostuvimos una charla para Lee+.
Al estar frente a un editor tan erudito, respetado, original y exitoso, uno se pregunta por la ex- periencia o revelación que lo condujo a dedicarse de por vida a los libros. Para nuestra sorpresa, nos compartió: “No hubo epifanía. Los libros han estado íntimamente ligados a mi vida desde el principio. Los libros y el arte han sido siempre mis territorios psíquicos. Y con respecto a la edición, puedo decir que cuando tenía ocho o nueve años ya hacía libros, escribiendo textos en ellos y pegando cromos y encuadernando las hojas con pegamento. A veces, los juegos de los niños no son nada inocentes y prefiguran lo que va a suceder en el futuro”.
La creación de Ediciones Atalanta, desde el inicio, guardó una íntima relación con la vida apartada en el campo, según nos relata: “Cuando vendí Siruela, me compré una masía en el campo ampurdanés, a 40 km de la frontera francesa. Pasaba parte del tiempo en Madrid y parte allí y, a pesar de ello, podía dirigir siete colecciones para Siruela. Fue entonces cuando me di cuenta que hoy en día se puede dirigir un negocio editorial desde cualquier sitio. El ordenador ha hecho obsoletas a las ciudades. Antes para informarte o gestionar cualquier cosa tenías que desplazarte a las grandes ciudades. Hoy basta con viajar virtualmente. Eso es lo verdaderamente positivo de internet. Su rostro oscuro es la congénita alienación colectiva que eso también puede llevar consigo. Sin embargo, de momento, somos muy pocas las editoriales afincadas en el campo. Y las cosas nos funcionan. El campo, por supuesto, es el ingrediente especial añadido. Una editorial alejada del bullicio del mundanal ruido tiende a la intemporalidad y a buscar la sustancia en las cosas, y eso lo otorga el silencio y la lejanía”.
Por supuesto, Atalanta tenía que enfrentarse al talón de Aquiles de las editoriales: la selección de autores. Y para hacerlo se separa claramente del común denominador: “Atalanta no es una editorial de autores. Hoy se entienden las editoriales como si se tratara de una cuadra de caballos ganadores. Atalanta se desarrolla más bien alrededor de unas ideas bien definidas”, apunta Siruela, y señala que la editorial gira alrededor de tres de esas ideas: “La brevedad como principio estético. La memoria como fuente de inspiración y sustento de toda cultura que se precie. Y la imaginación como potencia espiritual capaz de renovar las categorías mentales al uso”.
Son estas ideas la base de su filosofía editorial: “La brevedad, que se articula en la colección Ars brevis, dedicada al cuento y el aforismo. Memoria mundi, que rescata textos relevantes del pasado o investiga en terrenos olvidados o desechados de nuestra historia cultural. Y por último, Imaginatio vera, sobre mitología, literatura visionaria y hermenéutica psicológica, en donde la imaginación se comporta como un órgano de conocimiento del psiquismo humano”.
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De frente al capitalismo voraz que ha deshumanizado al planeta, propiciando condiciones de vida cada vez más precarias, destruyendo ecosistemas y entornos culturales, Siruela propone repensar la idea del ser humano y su relación con el mundo: “Los libros de Atalanta abren un sendero especulativo que pueden guiar al lector a través de un camino intelectual cuyo fin es ampliar y renovar las perspectivas de nuestra cultura, más allá del materialismo decimonónico aún vigente, que tanto ha calado en el imaginario colectivo tras dos siglos de propaganda. Hay tres libros de carácter filosófico –La pasión del pensamiento occidental (Atalanta) de Tarnas; Origen y presente (Atalanta), de Gebser, con sus tres modelos de conciencia, y Manual de filosofía portátil (Atalanta), de Arnau, que va al revés: de la modernidad a los orígenes-, que presentan de manera muy sintética esta pers- pectiva retroprogresiva que busca la integración de la sabiduría antigua, tanto occidental como asiática, a nuestro esquema de pensamiento actual”.
Para lograr esta revaloración de lo humano y de la naturaleza, la imaginación es protagonista: “La imaginación es uno de los temas conductores de una de nuestras colecciones. Pero el itinerario que queremos señalar con ello gira en torno a lo que Paracelso denominaba la “imaginatio vera”; es decir, cuando la imaginación percibe y transmuta las imágenes en símbolos y, gracias a ello, estas imágenes se cargan de energía psíquica y significación, y crece su campo de acción porque toca capas más profundas de la psique. Así sucede con los mitos antiguos que, leídos superficialmente, literalmente, son simples ficciones, pero que si entendemos su lenguaje simbólico, entonces se convierten en relatos que nos están hablando de territorios interiores, psicológicos, de nuestra experiencia. Además del gozo que produce todo arte auténtico, la imaginación simbólica es un órgano de conocimiento, como ha demostrado la psicología analítica”, comparte Siruela.
El mundo editorial sortea actualmente varias adversidades y amenazas. Sin embargo, para Siruela “el libro del siglo XXI es el libro real y sensual. El libro bien hecho y cuidado. Siempre lo he defendido desde mis comienzos en los años ochenta, y me satisface comprobar que las nuevas generaciones de editores han elegido este modelo. La biblioteca invisible y virtual solo tiene un carácter funcional, no modélico”.
En el balance de la vida imaginativa del escritor y el trabajo del editor, Jacobo confiesa: “La verdad, cuando estaba a cargo de Siruela no tenía tiempo de escribir. Ahora he pasado dos años muy atareado, porque se me han juntado varias cosas, pero ya tengo pensado este verano retomar el hilo y empezar un nuevo libro. En cualquier caso, las obras que publicamos en Atalanta están en total sintonía con lo que escribo. Son vasos comunicantes”.
Lo anterior se puede sentir en El mundo bajo los párpados (Atalanta) y su influjo borgiano, al respecto del cual Siruela señala: “En efecto, es un libro de naturaleza borgeana. La idea de escribir una historia de los seres humanos que duermen, y dar cuenta de los hechos que ocurren en el universo onírico,
es decir, de los sueños, como contrapunto de los acontecimientos históricos del mundo real, sin duda agradaría a Borges. Y también la vuelta de tuerca conceptual de este libro. Al tratar aquellos sueños que, por su extraña naturaleza fenomenológica, como es el caso de los sueños lúcidos, en los que el soñador despierta su consciencia dentro de su propio sueño, o los sueños premonitorios, que anticipan acontecimientos futuros, o aquellos sueños históricos que han modificado la historia común de los hombres despiertos, ya que estos han tomado al despertar decisiones influidos por lo que han soñado… Pues bien, todos estos relatos singulares, que parecen cuentos fantásticos, pero que, sin embargo no son invención sino que forman parte de la experiencia real, producen una sensación de extrañamiento metafísico muy borgeano, ¿no? Aunque es un libro muy literario de tono y de temas, se basa en una investigación seria, en toda regla, sobre la fenomenología del sueño”.
Acercándonos al cierre de la conversación, Siruela apuntó sobre la valía del reconocimiento de la Universidad Veracruzana: “Me siento muy honrado de recibir este premio de una universidad prestigiosa, y no de una feria comercial. Más de la mitad de nuestros libros son ensayos. Y este reconocimiento fuera de mi país nos hace muy felices”.