Revista Lee+ 119 (carta editorial)
Lunes 1 de abril de 2019
La palabra verso viene del latín vertere, que significa verter, voltear, dirigirse hacia algo o alguien. La claridad y pureza de su raíz etimológica parece reafirmar la nobleza y dignidad de una de las más sofisticadas y bellas creaciones de la humanidad: el verso es la célula de la poesía.
Pero vertere también da origen a una pléyade de palabras muy recurridas en la cotidianidad: diverso (y divertir), inverso (e invertir), converso (y convertir), adverso (y advertir), reverso (y revertir) y perverso.
De todos los derivados de vertere, el único que implica una calificación moral (o inmoral) es el que se refiere a la perversión. Pervertir es trastocar, perturbar las cosas, desviarlas de su curso normal, funcional o natural. La perversión es el idioma de la maldad humana, pues nos negamos a creer que la maldad es lo normal, funcional y natural.
En este perverso número de Lee+, Alberto Lati nos confiesa lo fetichista que puede resultar nuestra relación con los libros, Ray Loriga nos platica cómo la culpa puede pervertir el camino de toda una vida, y Brian “Head” Welch nos cuenta lo difícil que es volver de los caminos de la perversión de la feliz vida que se supone tiene el guitarrista de KoRn.
Itzel Mar y Cristian Volkmar se lanzan a buscar las fronteras con el país de lo perverso en el terreno de la literatura, el cine y las artes, que han servido para exorcizar y materializar los excesos a los que la humanidad se niega, a fin de preservar el orden y mantener la cordura social. Y Jorge Leiner, por su parte, nos cuenta sobre cómo las redes sociales pervierten nuestro entusiasmo hasta llevarnos a una tristeza viralizada y difícil de curar.
Érika Olvera nos habla de los días de carnaval, que si bien cumplen esa función de quitar la restricción para explorar lo proscrito por un tiempo limitado, en su carácter cultural han sido tema para grandes libros infantiles.
¿Y qué podría ser más perverso que aquel oscuro y decadente ensombrerado que ostenta el nombre de la niña más célebre de la literatura infantil? Armando Vega-Gil nos pasea por la perversa propuesta musical de un gigante del rock que es Alice Cooper.
Mediante la literatura y el arte nos asomamos así a nuestro interior como humanidad, como pueblos, como personas, para contemplar el pacto de nuestra conciencia con nuestras pulsiones.
Por desgracia, en algunas ocasiones la perversión ya está de este lado de la frontera con la ficción: vive en la realidad, nos acecha y no distingue clases ni respeta a los artistas por noble que sea su quehacer. Y ahí resurge la pregunta: ¿dónde están los límites de la perversión? +