Crónicas desde el corazón de la Feria de Oaxaca: Días de literatura I

Justo al entrar a la ciudad de Oaxaca de Juárez, el sol arremete poco a poco. A cada paso, cada calle revela una ciudad de Oaxaca distinta a la anterior. Quizá esa sea una cualidad local, pues tantas historias en un espacio no tan apabullante, como el que ostenta la ciudad de México, tendrían que encontrarse en el siguiente cruce de caminos. El 2 de noviembre de 2013, conforme el astro alcanza el cenit, se abre una nueva página en el Centro Histórico, donde se inaugurará la trigésima tercer Feria Internacional del Libro de Oaxaca.

Horas después, la gente camina rumbo al Teatro Macedonio Alcalá. Piensa en ver a los genios detrás de “Macanudo” y “Los Supermachos”; piensa en las viñetas, en las ocurrencias de Mafalda que podrían salir de la boca de Quino, el invitado especial de la FILO. Tres niños, con las historietas bajo el brazo, rebasan a otros tres, poco más pequeños, que cargan cajitas de dulces. Una calle antes de llegar al majestuoso teatro nos recibe una A redonda que se desdibuja sobre el muro. Una vez dentro del teatro, los rostros de quienes yacen en la mesa principal se inundan de oscuridad, a punto de dar por iniciada una Feria con filo y colmillo, que se mantuvo firme ante los inclementes Ingrid y Manuel que amenazaban con sabotaje, a pesar de los daños que causaron en comunidades olvidadas y que ni las primeras planas pudieron sacarlas de entre los escombros bajo los que quedaron.

Sin embargo, la tormenta ya estaba anticipada desde el momento en que se enfatizó una ausencia. Rius, Krass y Liniers subieron al estrado y se confirmó que Quino no asistiría, por lo menos no de manera presencial, porque Argentina, como país invitado de honor, nos arrastra a los juegos de Cortázar, los laberintos de Borges, los helados de frutilla de César Aira, las propuestas y dificultades de Piglia, la rabia de Arlt y, por supuesto, los trazos de Quino, quien apareció en un breve video previamente realizado.

Los ponentes aprovecharon que Quino no está para soltarse a hablar de su amigo que, por restricción médica, había lamentado no asistir. La tarde comienza a declinar, el sol decae como toda esperanza, pero pareciera que este desencanto trae alivio en el aire, como la risa ante lo insoportable para evitar la desesperación. “Nosotros nos inspiramos de la realidad y la realidad es bien cabrona”, sentencia Rius en ese momento. Pero a veces las palabras no alcanzan, como el dinero o la vida misma.

Una vez concluido el homenaje a Quino, la gente se dispersa y queda con ganas de haber podido saborear la cereza del pastel. Los asistentes son delatados por sus miradas o sus peluches de Mafalda cabizbajos, inertes. A pocas horas de que la luz se extinga, paulatina, tras las nubes, las casas, las montañas, el horizonte en la lejanía, se desata la ya anunciada tormenta y los ríos de gente corren junto con las gotas cálidas de Oaxaca hacia el Foro principal de la FILO. Ahí, Liniers, está preguntándose cómo hacer para que haya más gente buena en un mundo suspendido en el abismo. La lluvia arrecia, como sugerencia ante la incertidumbre.

Cuando llega el turno de Pedro Juan Gutiérrez, autor de la Trilogía sucia de la Habana, la noche se calma y va apretándose. En la calle comienzan a hacerse notar instrumentos musicales, más gente, disfraces, niños pidiendo calaverita montando un sacrificio falso junto con otros pequeños que yacen extendidos y bocarriba en el suelo, con los ojos cerrados, esperando escuchar un tintineo en el recipiente. Personas gritando eufóricas, muros gritando libertad, memoriales pintados acerca del 2 de octubre y Pedro Juan Gutiérrez confesando que le interesa la vida dura, la vida como es.

Está por concluir el primer día de la FILO. Philippe Ollé Laprunne charla con Fabrizio Mejía Madrid, mientras que Jorge F. Hernández sufre por la imposibilidad de aterrizar a causa de la lluvia. A la hora de la última mesa, “Literatura y Mezcal: poetas para el nuevo milenio”, preparada para charlar con algunos poetas mexicanos, surge una pregunta: ¿qué literatura necesitan estos mil años de los que apenas llevamos poco más de una década? Años que se erigen avasalladores y amenazantes como, quizá, un buen libro también lo pudiera hacer.

Por: Rolando Ramiro Vázquez Mendoza 








Imagen:  El caricaturista Eduardo del Río (Rius) en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca.
Mascultura 05-Nov-13