El otro calentamiento global
No es cosa de hacer chistes al respecto. Pero el calentamiento global puede servirme para establecer una metáfora que espero que el lector me disculpe. Y es que algo está cambiando radicalmente en el ecosistema editorial. Estamos presenciando algo que —quizá con torpeza —he identificado como el calentamiento global de la novela gráfica. Me explico.
Cuando comencé a dibujar de forma profesional, hace veinticinco años, era impensable en nuestro país que se publicara otro tipo de historieta que no fueran los cómics de los puestos de periódicos. De vocación populachera, que no popular, eran objetos de uso inmediato que se leían en autobuses y peseros para ser desechados al terminarse. Hubo ejemplos notables de buenas historietas mexicanas, siendo mi favorita Los Supersabios, de Germán Butze. Algunos otros personajes entrañables: Borola Burrón, Memín Pinguín, Rarotonga, Kalimán, Chanoc, por desgracia, no trascendieron el mundo de los pasquines para venderse en formato de álbum en librerías, como en Europa.
Una generación de narradores gráficos a la que pertenezco (con orgullo) hemos peleado hace muchos años para cambiar este panorama tan triste. Con Edgar Clement a la cabeza –publicó en los años noventa Operación Bolívar, la primera novela gráfica moderna mexicana–, nos ha tocado abrir brecha en un panorama editorial para el que, hasta hace poco, la novela gráfica era “física cuántica”, en palabras de un editor amigo mío.
Ese mismo editor me dijo hace poco tiempo que “la física cuántica ha avanzado mucho”. Hace años soñaba con que las librerías mexicanas tuvieran una sección para cómics y novela gráfica. Ahora existe tal apartado y Gandhi fue pionera en brindarle ese espacio a la narrativa gráfica. The times, they are a changin, cantaba Bob Dylan. No podía estar más feliz. El fenómeno global de la novela gráfica repercute poderosamente en México.
Quiero dedicar este breve espacio, que siempre nombra un cómic destacado del mes, a ese género que me apasiona y al que he consagrado la mitad de mi vida, para nombrar un puñado de novelas gráficas que vale la pena leer. Apenas un puñado de cómics recomendados que también puede ser una guía de regalos para Navidad. Va, pues:
María cumple 20 años, de Miguel Gallardo (Astiberri). Continuación del entrañable álbum María y yo, donde el autor cuenta su experiencia como papá de una niña con autismo. María ha crecido, es ya adulta y su papá vuelve a la carga, con sus trazos sueltos, para compartirnos a todos este testimonio de vida. Siendo papá dibujante de mi propia María, que también tiene autismo, ésta es desde luego mi historieta más entrañable del año.
Páginas interiores, de Jacky Beneteaud y Stéphane Courvoisier (La Cifra/Rey Naranjo/Nortestación). Peculiar historia romántica cruzada por lo apocalíptico, donde una pareja se enamora en una biblioteca a través del amor compartido por la lectura. Con un dibujo sutil y elegante, es un álbum sumamente conmovedor. Sobre todo si andas enamorado(a).
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Mascultura 04-dic-15