12 HOMBRES EN PUGNA, un discurso irrebatible

Sidney Lumet es un buenazo. En su filmografía figuran nombres de películas tan importantes, al menos para un grupo abierto y fresco de cinéfilos, como Tarde de Perros (1975), Serpico (1973), ambas protagonizadas por Al Pacino; Running on Empty (1988) o El Mago (1978), una súper funky versión de El Mago de Oz en la onda Motown con Michael Jackson y Diana Ross en los estelares. Sin embargo, una de las películas que más me gusta recordar de Lumet es una que vi alguna vez en uno de esos domingos familiares de cine en casa, con todos atentos a lo que pasaba o pudiera pasar en 12 hombres en pugna.

Escrita originalmente por Reginald Rose (cuyo currículum llega hasta la serie Boston Legal, por ejemplo) fue dirigida por Lumet en 1957, allá cuando el rock ‘n’ roll comenzaba a hacer de las suyas y cuando, precisamente, la forma en que se veía a la juventud era distinta a la visión actual. Es ese punto de vista diferente lo que hace que la película arranque; durante un juicio 12 hombres miembros de jurado, deben decidir la inocencia o culpabilidad de un crimen. El acusado es un joven hispano y la víctima nada menos que su padre (de alguna manera el rock representa el desafío a la autoridad patriarcal), y las circunstancias y testimonios parecen tan convincentes que uno piensa, en la segunda escena, que la película terminará en quince minutos.

Sin embargo Lumet da una clase de lenguaje audiovisual tan poderosa, que nos mantiene al tanto de lo que digan estos 12 personajes durante 96 minutos extraordinarios. Por supuesto, los estupendos diálogos escritos por Rose representan mucho del éxito dramático del filme, pero es la cadencia que consigue Lumet lo que hace que todo encaje sin titubeos. El paso de planos cerrados a otros un poco más abiertos (en un cuarto cerrado), movimientos de cámara que comienzan en el momento indicado, el salto de un rostro descompuesto a otro lleno de hartazgo a otro que refleja calma y hasta reposo. Es la contraposición y la selección de imágenes que hace Lumet (lo que se denomina montaje) lo que consigue no solamente que la discusión aparentemente necia y desencantada de estos hombres alcance fronteras que nadie veíamos al comienzo de la historia, sino que una historia que corría el riesgo de ser plana no lo sea jamás.

Uno de los jurados dice que las pruebas no son tan contundentes y él solo se enfrenta a los otros 11, varios de ellos decididos a condenar al muchacho para salir temprano e irse a ver el juego de béisbol. No, Lumet ejercita esa cadencia, dispara esos diálogos, y los puntos de vista cambian palabra a palabra, encuadre con encuadre… incluyendo el nuestro. Es también, por si ya lo imaginaban, una fábula ética de altos vuelos. Una genialidad de esas que a veces pasan desapercibidas, a pesar de un elenco terrorífico encabezado por Peter Fonda, un disidente —en la película— de lujo.

12 hombres en pugna de Sidney Lumet en Gandhi

Por: Erick Estrada www.cinegarage.com