DESPUÉS DEL TERREMOTO, de Murakami: bajo la sombra de Kobe

En Kobe un terremoto de inusual magnitud ha provocado muerte y destrucción. La televisión, que se alimenta del dolor ajeno, no ha parado de transmitir desde entonces testimonios escalofriantes, incluso en los canales infantiles. Nadie habla de otra cosa. En el resto del país reina una especie de psicosis colectiva silenciosa, soterrada, difícil de explicar. Las imágenes de los escombros estimulan la fantasía de la población y modifican su comportamiento. Aunque ya ha pasado lo peor, la sombra del temblor oscurece todos los espacios de la vida cotidiana. Los individuos se entregan a sus labores desconfiados, temerosos, con la horrible sensación de que muy pronto la tierra volverá a sacudirse. Pero, ¿dónde, cómo y cuándo? ¿Será el próximo sismo tan devastador como el anterior? Esta incertidumbre que se extiende como un banco de niebla imposible de disipar, configura cada uno de los seis relatos que conforman Después del terremoto, el último libro traducido al español del escritor japonés Haruki Murakami.

Dueño de una prosa ágil, directa y parca en imágenes, entretenida y accesible a todo público, Murakami aborda tópicos como el amor y la amistad, el resentimiento y la devoción, la conciencia de los propios límites y la soledad, mediante historias que logran envolver al lector en una atmósfera inquietante, extrañamente tensa, parecida al escalofrío que se siente después de haber recibido un duro golpe. Libro sobre el carácter ingobernable de la vida, Después del terremoto es también un compendio de crónicas sobre lo contingente y, más aún, un pequeño tratado sobre la imposibilidad de controlar nuestro propio destino.

La metáfora del terremoto como emblema de lo impredecible le sirve a Murakami para ahondar en la existencia de un puñado de personajes casi siempre cifrados por el conformismo y la mediocridad. Estacionados en la grisura de sus hábitos y costumbres, no logran encontrar el equilibrio que se necesita para avanzar en un mundo repleto de acontecimientos sorpresivos e inexplicables. Testigos de los espasmos del subsuelo, de su furia intempestiva, se vuelven espectadores de sus propias carencias, como Komura que, tras sufrir el abandono de su esposa, no logra hallar el combustible capaz de mantenerlo a flote; o como Miyake y Junko, un par de adictos al calor del fuego, ese elemento bello y peligroso, que terminan entregándose al frío de la madrugada; o como Yoshiya, hijo de una joven supuestamente preñada por Dios, que renuncia a la fe para ir en busca de su verdadero padre, el biológico, el de carne y hueso, el que quizá sí responderá a sus exigencias; o como la doctora Satsuki, especialista en la glándula tiroides, que sueña con que el terremoto de Kobe le haya arrebatado la vida a la persona que muchos años atrás la hizo sufrir; o como Katagiri que se pone a conversar con una Rana gigante dispuesta a combatir a Gusano, autor de todos los fenómenos telúricos del mundo, mientras se recupera de un desmayo repentino en un hospital de Tokio; o como Sara, una niña de cuatro años que sueña todas las noches con “el hombre del terremoto”, mientras sus padres se separan y Junpei, un amigo de ambos, le cuenta cuentos para hacerle conciliar el sueño.

Así, pues, en este nuevo libro Murakami ha encontrado la metáfora perfecta para acceder a la parte más impredecible y sombría de la naturaleza humana.

Por: Lobsang Castañeda

Imagen: Portada del libro Después del terremoto, de  Haruki Murakami.
Mascultura 10-May-13