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Entrevista a Manuel Cruz autor de AMO, LUEGO EXISTO

Con Amo, luego existo, Manuel Cruz se hizo merecedor al Premio Espasa de Ensayo 2010. En las páginas de este libro se habla de cómo el influjo del amor ha impactado a las mentes más lúcidas y trascendentes en la historia de la filosofía universal. Escrito en un lenguaje claro y ameno, Manuel Cruz nos aproxima a las visiones que personalidades como Platón, Nietzsche o San Agustín padecieron o gozaron al ser seducidos por ese sentimiento humano que nos eleva al cielo o nos hunde en las profundidades del averno. Manuel Cruz visitará la Ciudad de México el próximo mes de octubre.

 

 

 

   

1.     ¿Qué es lo que el lector encontrará en Amo, luego existo?

Encontrará un recorrido por la historia de la filosofía, que consiste en una serie de calas en diversos momentos de la historia del pensamiento occidental que corresponden a autores o parejas de autores que por alguna razón, ya sea por su aportación teórica, por su propia experiencia amorosa, o por ambas a la vez, han terminado siendo identificados con la problemática amorosa, como en el caso de Platón, San Agustín, Abelardo y Eloísa, Spinoza, Lou Andreas Salome y Nietzsche, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Martin Heidegger y Hannah Arendt,y Michel Foucault.

 

2.     El amor es un tema que actualmente se aborda desde la frivolidad, alejado de la filosofía…

Es cierto que el amor ha estado desigualmente presente en nuestra cultura. Siempre ha estado muy presente en la cultura popular, no sólo en las telenovelas; pensemos en la música popular, por ejemplo. Una vez que la canción de protesta prácticamente ha desaparecido, de qué otra cosas hablan las canciones sino del amor. En el cine la presencia del amor es muy fuerte, pero se ha tendido a pensar en el campo de la cultura superior que el amor es cuestión de otras disciplinas. Si hiciéremos una encuesta en la calle y le preguntáramos a la gente cuál cree que es el saber o el campo del saber que mejor ha tratado al amor, la inmensa mayoría respondería que la poesía, a continuación la novela, después la música, y en cuarto o quinto lugar dirían que la filosofía, pues se ha considerado que el amor es un tema menor para la filosofía junto con la emoción, los sentimientos, aunque en los últimos años la tendencia tiende a corregirse. 

 

3.     Pareciera que los filósofos son personas que no se enamoran. Quizá Amo, luego existo pueda aproximar el mundo de la filosofía a quienes se sienten ajenos a ella…

Qué duda cabe que hay toda una serie de clichés respecto a los filósofos, como los hay con los científicos, a quienes la gente considera como personas que están todo el día en sus particulares nubes, en sus laboratorios, etc. A los filósofos también se les aplican una serie de clichés que espero mi libro pueda anular. Pero hay un elemento más con respecto de los filósofos: que un botánico no hable del amor no tiene ninguna importancia, pero que  un filósofo que reflexiona sobre el ser humano no hable de una de las experiencias más básicas, más constituyentes del ser humano, como es la experiencia amorosa, eso sí sería un poco grave.    

 

4.     Nos pude contar un poco la relación de Nietzsche con el amor…

Se trata de una relación fracturada, paradójica. Nietzsche tenía una aspiración absolutamente convencional, utópica, pequeñoburguesa, de cómo debía ser su vida amorosa. En la correspondencia con la mujer de Wagner, con su hermana o su madre, él habla en términos convencionales, del tipo de “He de encontrar una mujer buena, hacendosa, rica, que me cuide y que me permita trabajar y escribir mis libros”. En boca del gran crítico de la modernidad suena un poco extraño. Cuando él vive la pasión amorosa, la vive intensamente. No la vive como la relación típica del que quiere simplemente ordenar su vida. La vive a fondo. Lo cual no significa que esa dimensión apasionada sea una dimensión exenta de contradicciones y problemas. El reproche que Lou Andreas Salome le hace a Nietzsche es el mismo reproche que Nietzsche le hace a Lou: los dos se acusan de ser egoístas. Nietzsche inicia una relación apasionada con Lou que no culmina, se queda en la fase inicial, la que un sicoanalista llamaría meramente narcisista. Nietzsche lo reconoce: le encanta que una mujer como Lou, guapa, inteligente, admirada, pueda ser su discípula, su albacea testamentaria, su sucesora. Es una fascinación muy narcisista. En Lou encontramos la otra cara de la moneda: a ella le encanta que un intelectual tan destacado, prestigioso y vanguardista haya reparado en ella, la acepte como interlocutora. Hay un juego especular, diría un filósofo metafísico: ambos se usan como un espejo para contemplarse a sí mismos, verse atractivos, favorecidos, destacados.   

 

5.       De los autores que aparecen en el libro, ¿quién sufrió más por el amor, o quién encontró el amor verdadero?

La mayor parte de ellos sufrieron por el amor de alguna manera. Particularmente me llama la atención el sufrimiento de Hannah Arendt, una mujer que en los años veinte, siendo estudiante de filosofía, judía, se enamora de un joven profesor emergente, destacado, de moda, que aparecía como la gran promesa de la filosofía alemana: Martín Heidegger. Ambos sostienen una relación apasionada que termina hacia finales de los veinte. Ella se casa con otra persona, estalla el nazismo, huye junto con su madre a París, donde al llegar la ocupación alemana es detenida e internada en un campo del que se escapa y se exilia en Estados Unidos con su segundo marido, donde sufre miles de situaciones penosas pues no conoce la lengua y tiene que abrirse camino poco a poco. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Heidegger es expulsado de la universidad al demostrarse que había sido miembro del partido nazi. Hannah Arendt, en los años cincuenta viaja a Europa y se reencuentra con él. Ella ya no es la joven fascinada por su profesor, es una mujer que ha sufrido mucho por ser judía. Ahí hay una dimensión dramática, no sólo de las personas, sino de toda un época.     

Probablemente sólo Abelardo y Eloísa tuvieron una relación de plenitud amorosa. Es probable que la correspondencia entre ambos sea una construcción hecha por una persona. Si creemos que es verdad, es lo más cercano a una pasión, con sus dramatismos y problemas, a una relación que se mantiene. En la relación de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, mi opinión personal es que entre ellos había una cierta dimensión sórdida.

 

6.     Uno de los epígrafes que acompañan al libro, usted retoma la frase de una canción de Álvaro Carrillo, ¿por qué? ¿les gustan los boleros?

De los mil matices que tiene la experiencia amorosa, los boleros me parecen extremadamente ilustrativos. Por sí mismos los boleros constituyen un género literario, por así decirlo, donde los poetas que se lanzan a escribirlos lo hacen decididamente para mostrarnos los mil matices de la relación amorosa: el amor, el desamor, el engaño, el desengaño, la añoranza del ser amado, la pasión desenfrenada, el descubrimiento del amor. Si hubiera un libro que reuniera todos los boleros que se han escrito ese libro sería una enciclopedia de la experiencia amorosa.   

 

7.     Invite a los lectores de Más Cultura para que se acerquen a Amo, luego existo, y de esa forma a la filosofía…

Este es un libro de Historia del amor, no de Arqueología del amor. Sólo podemos entender la naturaleza del amor hoy, con todos sus problemas, sus matices, sus contradicciones y dificultades, si entendemos cómo hemos venido a parar aquí. Sólo el pasado nos proporciona los elementos para entender la densidad del presente. Quien no conoce el pasado vive, forzosamente, en la superficie del presente, no conoce el espesor; para conocerlo hay que echar la vista atrás, así entenderemos en qué medida somos el efecto, el resultado, la desembocadura, de lo que han hecho, vivido, sufrido y, en este caso, amado tantos hombres y mujeres. Me gustaría que leyeran el libro para ayudar a entender lo que nos pasa cuando amamos y somos amados.  En octubre viajaré a México para saber si esta especie de modesta semilla de reflexión y pensamiento acerca del amor que he intentado sembrar, da algún fruto en términos de diálogo, discusión, debate o, como mínimo, conversación.

Imagen 1 y  2: Portada del libro Amo, luego existo de Manuel Cruz