La contestadora no te juzga: Arantza Portabales
A pesar de que Deje su mensaje después de la señal (Lumen) gira en torno a cuatro protagonistas femeninas, a Aranza Portabales no le parece que sea una obra destinada de modo categórico a las mujeres.
Una novela sobre seres humanos
«Es una novela de mujeres que además hablan con hombres —aclara Arantza—. Yo siempre digo que reducir a la simplicidad que una novela en la que las protagonistas son mujeres es una novela para mujeres, es como decir que Robinson Crusoe es una novela para hombres porque los protagonistas son Robinson y Viernes. Es una novela que habla de seres humanos, en la que hablan mujeres y hablan a los hombres, y además, unas y otros son una parte esencial de sus vidas como lo son en la nuestra en realidad. Somos seres humanos que interactúan, y odiar a la mitad de la humanidad es ridículo y no me gusta que se reduzca a eso, simplemente es una aclaración. Es simplemente una historia de seres humanos, me gusta más definirla así.»
Deje su mensaje después de la señal es una novela compuesta de mircrorrelatos, que es una técnica que Arantza domina, toda vez que le mereció el premio de Novela por entregas del diario La Voz de San Sebastián.
«Aquí en Latinoamérica ya sabemos la tradición que tiene, incluso aquí en México. Pero no son micro relatos —aclara—, es verdad que tiene mucho pulso microcuentista o microrrelatista porque realmente son mensajes en un contestador y, en ese sentido la voz literaria tiene mucho que ver con una voz corta, que busca impactar al lector, que no se recrea en grandes descripciones, pero no podemos obviar que es una novela coral en la que todo transcurre y es una novela con su conflicto y su desarrollo del conflicto, en cuyo final cuatro mujeres acaban encontrando su destino.»
Cada cabeza es un mundo; las 4 protagonistas
«Tenemos cuatro mujeres de distintas edades y estratos sociales. Marina es una abogada de treinta y tantos años, abandonada por su marido y a lo largo del libro veremos cómo se siente. Ella le manda mensajes a su exmarido y con ella aprendemos un ejercicio de coherencia que es seguir siendo nosotras mismas y no sacrificarnos por una relación.
»Tenemos a Carmela, de 75 años, con cáncer terminal. Tiene a su hijo en África toma la decisión por su hijo de no decirle que está enferma, y le deja todos esos mensajes para que los escuche después. A lo largo de la novela analiza su vida y nos enseña lo que es esa asignatura que no tenemos aprendida, que es morir con dignidad.
»Está Sara, que es hermosa, tiene 24 años, está a punto de casarse, es una niña bien, muy rica, pero que está terriblemente perdida, que está en una tentativa de suicidio y habla con su terapeuta para intentar superarse —editamos esta parte porque Arantza nos da un spoiler—.
»Finalmente, tenemos a Viviana, quizás el personaje más duro. A causa del abuso sexual acaba como prostituta, pero tiene una historia de abuso muy importante en el seno de la familia; que habla con su padre porque sabe que no la está escuchando y decide buscar un a salida a su vacío existencial.»
La soledad y la era digital, dos temas muy vigentes
«Todos los escritores tenemos una especie de obsesiones temáticas —confiesa— y para mí, el problema de la comunicación es algo que siempre me ha llegado mucho. Incluso en microrrelatos he escrito sobre parejas que no se pueden comunicar o que crean códigos nuevos o neologismos; siempre me ha llamado mucho la atención la falta de comunicación. Creo que la comunicación nos hace mejores, quizá es por eso que amo tanto la escritura, porque es “la gran comunicación” y además, mis lectores son las personas a las que dejo mis mensajes a través de mis libros, después de la señal.»
Las cuatro mujeres utilizan el buzón de voz para poder hablar, como queriendo ilustrar que tenemos el problema de no poder hablar frente a frente para expresar nuestros sentimientos, y recurrimos entonces al buzón de voz.
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«La voz del contestador a mí me ha dado una libertad como autora, increíble, porque los personajes están tan solos que no tienen con quien hablar, y eso nos está pasando en la vida real mucho y es increíble porque vivimos en la era de la comunicación total y global. Y sin embargo, es verdad que hay mucha gente que no tiene con quien hablar o cuando habla a través de las redes sociales, no habla de verdad. En cambio, los mensajes del contestador sí son mujeres que están tan al final y tan al borde, que hablan de verdad y ésa es la esencia del contestador, porque al final, lo que hay atrás del contestador es la nada, y la nada no te juzga.»
No es la primera vez que se valora con reservas las bondades comunicativas de las redes sociales, que se las ve más como un problema que como una solución.
«Las redes sociales tienen un punto muy bueno, muy importante —matiza Arantza—: nos intercomunican, nos hacen estar permanentemente comunicados, nos dan un punto de conocimiento, de sabiduría, de globalidad, de interconexión muy importante. Pero también es verdad que en las redes sociales somos todos un poquito de mentira. Colgamos el décimo selfie, en el que salimos bien, no en el que salimos todos con los ojos cerrados o en donde no nos da bien la luz. Todos somos políticamente correctos: Las redes sociales somos “-istas”. Todos somos feministas, animalistas, ecologistas; somos maravillosos. Pero en nuestra vida real, todos somos seres humanos y los seres humanos tenemos imperfecciones y no las mostramos nunca en las redes sociales.»
“Yo escribo para Internet”; la era del blog
«Comencé a escribir muy tarde, a los 40, y entonces abrí el blog Una nube de historias, en el cual empecé a escribir microrrelato con la única finalidad de que la gente me leyera. Y esa sigue siendo la única finalidad, aunque la cosa ha ido creciendo y hayamos acabado publicando en un sello tan grande como Peguin Random House. Pero al final, ése es el regalo: que me lean. Cuando conocí a mi primer editor, el del libro de microcuentos, me dijo: ¡Mándame algo, que quiero leerte!, y yo le contesté que no escribía para editores y me dijo: Entonces, ¿Tú para quién escribes? Y le respondí: para internet, y es verdad; lo único que quería es que la gente me leyese.»
»Y ha sido una gran experiencia porque yo no me sentía escritora, sino una persona que escribía, que es una cosa distinta. Y todo se vino encima porque al final, cuando uno escribe historias que la gente lee, terminas entrando en este mercado. Las cosas que hay que aprender son llegar a la gente, no sólo escribir libros, sino darlos a conocer, que es casi un oficio. También es verdad es que yo tengo mi cuarto propio como Virginia Wolf, tengo mi trabajo, tengo mi vida, y eso me da un poco de alejamiento; me permite ser más libre a la hora de escribir.»
Un libro en gallego
Arantza escribe en gallego y en español, de hecho, Deje su mensaje después de la señal fue presentado a concurso y publicado originalmente en gallego.
«Me gusta escribir en mi lengua, creo que el lingüismo es una de las mayores riquezas que nos puede reportar. Ojalá fuera trilingüe, y me encanta escribir en el idioma de mis padres, que no es el de mi nacimiento, porque yo nací fuera de Galicia.»
Sobre la génesis de su novela, Arantza nos cuenta: «Cuando encontré esa voz hablando en el contestador, dije: “¡Qué maravilloso sería hacer una novela de mujeres hablando libremente!” Ahí es cuando ya… Los temas están ahí, al final está todo ahí. El desamor, la vida, la muerte, el miedo a morir, el abuso. Todo está a nuestro alrededor. Yo creo que lo que realmente caracteriza a esta novela son todos esos temas que tenemos todos al lado y alrededor. Podría haber hablado de eso como podría haber hablado del fracaso, pero lo que caracteriza a esta novela es, como lo contamos, libremente. No es nada original, ya lo han hecho. Realmente abrir la mente y hablar a pecho descubierto frente al lector, es una experiencia que a mí me ha reportado mucha satisfacción.»
Los dilemas de los escritores
«Cada una tiene lo suyo. Si hiciera una encuesta entre la gente, siempre se llevan las palmas Carmela, la anciana que está enferma y Viviana porque es más fácil empatizar con los personajes que sufren, pero yo me siento más identificada con Marina, porque es una mujer de mi tiempo, abogada como yo. Yo no he sido abandonada por mi marido, ni yo lo he abandonado a él, de momento (el “de momento” es algo que debe ir detrás de todas las relaciones). Hay un chiste que dice: Acuérdense en estas navidades de poner a los novios en la esquina para poderlos recortar en febrero. Mi historia vital no es la de Marina, pero su voz sí es la mía. Se expresa como yo, y en ese sentido me me divertí escribiéndola y me identifico mucho con ella.»
«Además, de Marina me gusta mucho que es una mujer de este tiempo y es juzgada por mantener su libertad, por tomar sus decisiones, por no doblegarse a las decisiones de su pareja; aunque pague altos costos por ello. Lo que más me gusta es su coherencia: hace cosas que incluso no comparto existencialmente pero que realmente las hace en un ejercicio de coherencia y yo creo que esa es una de las mejores cualidades que puede haber en las personas. Las personas coherentes son indudablemente muy buenas personas.»