
De Red Queen a Realm Breaker: la Evolución Creativa de Victoria Aveyard

Victoria Aveyard, autora de la aclamada serie Red Queen, nos comparte el proceso creativo detrás de su nueva trilogía, Realm Breaker. Desde lecciones aprendidas hasta desafíos superados, Aveyard revela cómo su experiencia previa moldeó estas historias que consolidan su lugar como una de las narradoras más cautivadoras de la fantasía contemporánea. En esta entrevista, exploramos el desarrollo de sus personajes, su evolución como escritora y las decisiones clave que dieron vida a estas trilogías inolvidables.
Tu serie Red Queen dejó una marca significativa en los lectores con sus temas de poder, traición y resiliencia. ¿Cómo influyó tu experiencia escribiendo esa serie en Realm Breaker y Fate Breaker? ¿Hubo elementos específicos de Red Queen que intencionalmente incorporaste en esta nueva serie o cosas que decidiste abordar de manera diferente?
Una de las maravillas, y también uno de los desafíos más grandes de ser artista, especialmente autora, es el deseo constante de superar tu trabajo anterior. Mientras escribía Red Queen, pensaba: “Estoy dando lo mejor de mí, usando mis mejores habilidades.” Sin embargo, cuando comencé Realm Breaker y miré hacia atrás, me encontré reflexionando: “Dios mío, ahora veo cómo podría haberlo hecho mejor.” Así que siento que cada libro ha sido una oportunidad para expandir, y espero mejorar, tanto mis habilidades como mi talento como escritora. Siempre esperas que tu obra más reciente sea mejor que la anterior, aunque inevitablemente, con el tiempo, puedas mirar atrás y notar cosas que podrías haber cambiado. Pero incluso en esos casos, aprendes algo valioso de cada experiencia.
En cuanto a lecciones específicas, creo que la más importante es ser más meticulosa y estratégica al construir las historias. Cuando reviso Red Queen, puedo identificar momentos en los que quizá cometí errores en la creación del mundo, fui demasiado general o no acerté en algunos detalles. Ahora trato de aprovechar esa perspectiva al escribir Realm Breaker y cualquier nueva obra en la que esté trabajando. Es difícil señalar lecciones concretas porque el proceso de aprendizaje es continuo; cada libro es un peldaño sobre el cual construyes el siguiente.
Con tantos personajes e hilos narrativos, ¿cómo decidiste qué arcos priorizar en Fate Breaker? ¿Hubo tramas que tuviste que cortar o condensar?
No, realmente no hubo tramas que se eliminaran por completo en Fate Breaker. Una de las lecciones que aprendí al escribir Red Queen fue la importancia de ser muy intencional desde el principio en la construcción de Realm Breaker. Desde el inicio, sabía que estaba escribiendo una trilogía y que estaba contando historias específicas, así que siempre tuve claro cuáles eran las piezas clave y cómo encajaban.
En Fate Breaker, sí hubo momentos en los que mi editor me señaló que ciertas escenas eran demasiado extensas o que necesitaban ajustes, y en esos casos, las condensé o las trabajé más. Pero no hubo una trama completa que tuviera que descartar. Para cuando llegué al tercer libro, ya tenía todas las piezas del rompecabezas listas.
De hecho, me gusta pensar en el proceso como un juego de dominó: voy colocando cada pieza en su lugar a lo largo de la historia, y en el último acto o libro, llega el momento de derribarlas todas. Sé que hice bien mi trabajo cuando, al llegar a ese punto, todo encaja y se siente fluido, como si cada pieza supiera exactamente dónde debía estar.
El viaje de Corayne ha sido central desde el principio. ¿Cuáles fueron los aspectos más importantes de su desarrollo como personaje que quisiste destacar en Fate Breaker?
Corayne inicia como una persona profundamente cínica, alguien que no se embarca en esta misión para salvar el mundo porque crea en ello o porque se vea a sí misma como una elegida. Para ella, es simplemente un medio para un fin: una forma de escapar de su pequeño pueblo y explorar el mundo que su madre le ha prohibido conocer.
Sin embargo, al final de la serie, Corayne se convierte en alguien completamente distinta. Se transforma en una persona que cree en las razones heroicas detrás de su misión y está genuinamente comprometida con salvar el mundo. Su viaje es, en gran medida, una transición del cinismo hacia una visión más colectiva, aprendiendo también a aceptar la ayuda de otros.
A lo largo de la serie, vemos cómo forma su propia familia elegida, un grupo de aliados que se convierte en su sostén emocional y estratégico. Pero al final del segundo libro, esta familia le es arrebatada, dejándola nuevamente sola. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿cómo reaccionará cuando todo lo que ha construido le sea quitado?
Esa dinámica es algo que siempre me ha fascinado al contar historias: llevar a un personaje por un arco de crecimiento, permitirle construir algo valioso y luego despojarlo de ello. Es un ejercicio poderoso para explorar quiénes son realmente los personajes sin las cosas que los han definido.