A Matt no le gustan las categorías, así que sale sobrando ponerle etiquetas a todo lo que es en el ámbito profesional. Pero sí hay que decir que Matt es un artista. Ahora, definir qué tipo de artista es, sólo puede experimentarse personalmente a través de su obra.
Entrando a su estudio de la Ciudad de México, la bienvenida la da una obra en proceso que cuelga en la pared. Es una fotografía de un(a) transexual, adornada con varias capas de cualquier cantidad de cosas (pintura, periódicos, plástico, y otras que no se distinguen a primera vista) igualmente singulares a la persona de la foto, y al mismo Matt. Nada es convencional aquí.
La primera pregunta que surge es cómo decide qué materiales va a utilizar en una pieza determinada. Sin despegar la mirada de su obra, comenta: “Hay muchas decisiones que tomo que no son conscientes, sino que me resultaron obvias. Cuando comencé a hacer esto, era obvio que iba a utilizar posters arrancados de las paredes de la ciudad, era obvio que iba a fotografiar las texturas en los muros y a incorporarlas digitalmente con las fotografías, era obvio que iba a utilizar pintura escurriendo. No lo pensé, fue algo obvio. Utilizo pintura muy barata, cosas que son basura, [retrato] a la gente que no tiene la más alta posición en la sociedad porque creo que el arte, además de ser un espejo, debe elevar lo banal a lo extraordinario. Esta gente es hermosa, y al juntar estos elementos y ensamblarlos se crea algo tan espectacular y bello y cool como se lo merecen”.
Es difícil dejar de observar el trabajo que hace Matt Willis-Jones, y resulta inevitable querer entender todo lo que está sucediendo en sus obras, desmenuzarlas. Conforme se va descifrando capa por capa, van descubriéndose distintas técnicas, aquellas que él define como digitales, orgánicas y analógicas. “Descubrí que al combinar el montaje digital con collage real y pintura, la mayoría de las veces no puedes definir dónde termina una técnica y comienza la otra. A primera vista crees poder hacerlo, pero al acercarte se vuelve un tanto confuso. […] En el ámbito digital, juego con la imagen, hago capas con las texturas, pero la meta es recrear el sentimiento, hacer que se note la personalidad. Se trata de crear este espacio seguro en el que puedas sentir a esta persona, estar con ella. Me las ingenio para mostrarle a la gente algo que siempre ha estado ahí, pero de una forma en la que puedan observarlo sin sentir pena”, explica acerca de esta mezcla.
La fotografía en sí, no es una fotografía común. No es sólo la modelo, el lugar. Es que no es como las fotos que aparecen en las revistas de moda, o en un catálogo. Tampoco es una foto perfectamente cuidada. Es una foto viva. Una donde el contacto entre el fotógrafo (Matt en este caso, que insiste en decir que no es bueno haciendo eso) y las modelos se vuelve patente, se “siente”. Cuenta que sus modelos tuvieron la mejor disposición de ser parte de esto, y que la sesión de fotos estuvo llena de risas (muchas de ellas a costa de él), y expresa una profunda admiración por ellas; “mis modelos son normales, yo me siento normal, y mi meta es hacer estas fotos mainstream, hacerlas lo más fáciles de ver y lo menos amenazantes como sea posible, y por supuesto, al tratarse de este tema, hay muchas preguntas que salen a la luz; tal vez la primera asociación que se haga sea con la pornografía, así que uno de los acercamientos a la fotografía es estilizarla, hacerla granulosa. Eso automáticamente la aleja de la pornografía y te permite verla, te ayuda a mezclar lo familiar con lo que para muchos es desconocido”.
Ante algo como lo que presenta, queda claro que habrá reacciones de todo tipo, y que habrá personas que no puedan procesarlo de buena manera. Matt Willis-Jones, tras un par de experiencias con personas que pensaba que entenderían el concepto y no fue así, entendió algunas cosas: “Estamos inundados de fotografías de hombres y mujeres semidesnudos en revistas y anuncios, y no lo vemos, no lo notamos. Pon la foto de un travesti en una revista y provoca esta conmoción inherente incluso hasta en las personas más liberales. Yo hice esto porque quería hacer fotografías hermosas de personas hermosas, pero estoy consciente de que estas preguntas están en el aire. […] He aprendido que no debo decirle a la gente lo que estoy haciendo, debo decirles nada más que estoy trabajando en algo que es un poco controversial que no es para todos, aunque quiero que lo sea, pero tengo que plantearlo así para que las personas estén preparadas.”
Pasando la impresión inicial, sea cual sea, comienza un diálogo, hay una cercanía. Él dice que se esfuerza mucho “para hablarte, para invitarte”. Esto comienza desde la etapa inicial, donde “la inmediatez y la espontaneidad son muy importantes, incluso en el proceso de crear. Usualmente tengo tres piezas [colgadas en la pared] y trabajo simultáneamente el ellas. En unos dos o tres días, ya tengo tres piezas terminadas. Trabajo más fácil, más rápido si estoy haciendo cosas distintas porque de otra forma ocurre lo inevitable y comienzas a convertirlo en algo preciado, y eso es fatal. La espontaneidad debe existir en cada etapa del proceso.”
La obra de Matt Willis-Jones representa la libertad en tantas capas como las que hay en sus piezas. A pesar de que toma cierta distancia de ellas para evitar que se conviertan en objetos preciosos e intocables, se ve notoriamente enamorado de lo que hace. Lo disfruta, lo analiza, le molestan ciertas cosas que termina arreglando, se ríe, recuerda. Afortunadamente, su intención es compartir su arte con los demás, y en pocos días, todos podremos vivir la experiencia de encontrarnos frente a frente con su trabajo en la exposición “Morfología externa”, que se presentará del 22 de marzo al 6 de mayo en OTRA Art en la Ciudad de México. Seguramente será una visita que dejará huella.