El libro de los insectos humanos: La metamorfosis perpetua
El genio y popular autor japonés Osamu Tezuka escribió en sus inicios un comic que hoy en día puede ser leído como novela gráfica, donde la protagonista Toshiko Tomura nos demuestra en cada página las múltiples posibilidades de la metamorfosis.
Su personaje central es una joven bella, peligrosa, atrevida, apodada la “Mujer de talentos”, que se adapta e incluso imita lo que es necesario de quienes la rodean, para usarlo a su conveniencia. Y aunque Toshiko puede robar talentos de otras personas en su proceso de metamorfosis, en el fondo mantiene su esencia.
Durante el desarrollo de la trama también vemos que no es la única en utilizar el poder de la metamorfosis; el resto de los personajes involucrados, ya sea por necesidad o por alguna otra razón que lo justifique, terminan cambiando, llevándose a sí mismos a donde sea necesario para imponerse. Así, mientras Toshiko cambia constantemente para prevalecer e imponer su voluntad, los otros finalmente imitan algunas cosas de ella –como la flexibilidad moral– para pasar encima de quien sea necesario. A lo largo de la historia el juego de metamorfosis se desarrolla naturalmente, iniciado por un solo personaje pero envolviendo a todos.
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Osamu Tezuka muestra el poder que adquiere la metamorfosis como un arma, su personaje Tomura se reinventa cuantas veces sea necesario, sin remordimientos ni aprensión. No lamenta ni duda en cambiar porque su personalidad es justamente esa, una metamorfosis perpetua.
Al mismo tiempo Tezuka consigue mostrarnos más de la naturaleza del cambio en las acciones de los demás que se transforman para adaptarse, para llevar el paso, para sobrevivir, para defenderse. Tezuka deja claro que el cambio puede ser tan voluntario como accidental, y que las consecuencias, ya sean controladas o aleatorias, carecen de valores. No son ni buenas ni malas, pues son calificadas desde distintos puntos de vista.
El trazo de Tezuka es salvaje, crudo, pero al mismo tiempo tierno y romántico. En gran parte sombrío y dramático, aunque caricaturesco, lo cual juega con nuestras emociones de la misma forma que la trama; Tezuka no da descanso.
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