Carta Editorial 91: Las Sombras y La Noche

"A lo largo de sus generaciones / los hombres erigieron la noche. / En el principio era ceguera y sueño / y espinas que laceran el pie desnudo / y temor de los lobos. / Nunca sabremos quién forjó la palabra / para el intervalo de sombra / que divide los dos crepúsculos; / nunca sabremos en qué siglo fue cifra / del espacio de estrellas. / Otros engendraron el mito. / La hicieron madre de las Parcas tranquilas / que tejen el destino / y le sacrificaban ovejas negras / y el gallo que presagia su fin. / Doce casas le dieron los caldeos; / infinitos mundos, el Pórtico. / Hexámetros latinos la modelaron / y el terror de Pascal. / Luis de León vio en ella la patria / de su alma estremecida. / Ahora la sentimos inagotable / como un antiguo vino / y nadie puede contemplarla sin vértigo/ y el tiempo la ha cargado de eternidad. / Y pensar que no existiría / sin esos tenues instrumentos, los ojos".

Lo anterior es un poema de Jorge Luis Borges titulado “Historia de la noche”. Es cierto: nunca sabremos quién forjó la palabra noche, que en su brevedad contiene un universo infinito. “La noche pertenece a los enamorados”, dice Patti Smith en una canción escrita por Bruce Springsteen, parecida a la que cantaba la Maldita Vecindad: “De la noche son las cosas del amor”. Sin embargo, la oscuridad no es un reino sólo para los besos y las caricias al amparo de las sombras. Debajo de su manto negro muchos artistas se sienten más luminosos, su percepción se abre más para apreciar la realidad desde otros puntos de vista y transformarla en un acto artístico. Por el contrario, la noche puede ser un descenso al infierno, a veces necesario, a veces fatídico. Aquellos que regresan de las profundidades vuelven con otra visión de la vida, del amor, del mundo. La noche es mirar las mismas cosas bajo una perspectiva distinta.

“La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas”, dice Octavio Paz en su poema “El desconocido”, mientras la música de Lemmy Kilmister, Ozzy Osbourne y Leonard Cohen, en una simbiosis auditiva, nos abren las puertas hacia la inagotable noche. Este número aspira a ser un transporte para sumergirnos en las sombras. Dejémonos besar por las tinieblas infinitas.

Scratchboard de Tyler Scott (E.U.A.)

MasCultura 01-dic-16