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La sorpresa no anda en burro, sino en “La lotería” de Shirley Jackson

Hemos llegado a un punto de no retorno. Hoy en día, los acontecimientos pequeños, cotidianos, esos que nos acompañan en todo momento y que envuelven en su estrechez la increíble magnificencia de las cosas, han dejado de sorprendernos a la mayoría de nosotros, de anonadarnos, o bien, ya no nos producen la más mínima cosquilla de curiosidad.

Es la literatura la que, de alguna forma, nos devuelve esa capacidad relegada. Y es bajo la firma de Shirley Jackson que volvemos a encontrar la grandeza oculta en los sucesos diarios. “La lotería” (DEBOLS!LLO, 2015) de la escritora estadounidense, llega a nosotros como una antología de cuentos, tomando el título del relato que abre el libro y que, por su desencajada realidad, Shirley sufrió el descontento de varios de los habituales lectores de la revista The New Yorker, donde fue publicado.

La variada antología nos presenta distintas puertas por donde podemos asomarnos. Ante la advertencia, es la curiosidad la que decide inmiscuirse entre las páginas de la compilación. No por nada, la escritora es considerada una figura influyente en la narrativa de terror. Fácilmente se puede constatar si caminamos un poco sobre el mismo sendero que recorrió la señora Hutchinson, así podremos llegar a tiempo para presenciar el sorteo que se lleva a cabo en “La lotería”; una tradición particular donde el que resulta electo, en vez de ganar algo tiene no mucho, sino todo que perder. O, si se prefiere, podemos acompañar al pequeño Johnny en “La bruja”, donde, mientras busca a los seres malignos por la ventana del tren en el que viaja, platica con un desconocido que le revela su sórdida historia familiar.

El miedo surge frente a lo desconocido, en ese momento en el que nos hallamos en una situación desconcertante; esa sensación de estar fuera de nuestro lugar de confort es la que no produce la angustia, el miedo. De ahí es donde Shirley parte para inocular la situación más cotidiana con lo extraño, lo fuera de lugar. Parecido al momento en el que la señora Anderson le comunica a la señora Hart, su patrona, la posibilidad de mudarse con ella y su esposo, en “Los hombres y sus zapatones”, tras un diálogo nada gustoso sobre sus maridos. O bien, al leer “Juicio por combate”, cuando Emily Johnson descubre que alguien ha estado entrando a su habitación, a hurtadillas, cuando ella se encuentra fuera.

Algunas escenas lúdicas, descritas y construidas cuidadosamente, para que el elemento de sorpresa aparezca y las fronteras entre las distintas realidades se borren son el trasfondo de otros de los relatos. La discusión encarnada por el ventrílocuo y su pequeño ayudante en “El muñeco”, una vez finalizado el acto, supone una combinación entre el juego y lo real, que inmiscuye a sus espectadores en una nueva y macabra situación, mientras que en “La columna de sal” un viaje se transmuta en un enfrentamiento directo contra lo desconocido, el cual Margaret difícilmente encarará.

El miedo puede ser un estado de alerta, una forma en la que nos prevenimos de algo y la sorpresa es la respuesta frente a lo inesperado. Esas sensaciones no son necesarias buscarlas únicamente en historias o superproducciones cinematográficas, basta con salir y caminar a la esquina o adentrarse en las páginas de “La lotería”.

-Shirley Jackson. “La lotería”, México: Penguin Random House Grupo Editorial, Colección DEBOLS!LLO, 2015, 323 pp.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa

Mascultura 26-jun-15