El Perfil: Zaha Hadid (1950-2016)

La muerte de Zaha Hadid sorprendió al mundo entero porque los arquitectos suelen morir de viejos, como los elefantes. A los sesenta y cinco años de edad, la arquitecta de origen iraquí era apenas una jovencita. Además de la longevidad de sus practicantes, otra característica del medio es el machismo rampante. Grabadas en letras de oro están los nombres de cientos de arquitectos y de unas cuantas mujeres.

Quizá por eso la irrupción de Zaha Hadid en un mundo así generó diversas incomodidades. Sus dibujos fueron vistos como complejos ejercicios geométricos imposibles de realizar. Sin convicción y fortaleza, sus obras nunca se habrían materializado, quedando sólo como una nota a pie de página en los libros de historia. Romper los límites de la arquitectura era la divisa de su pensamiento y lo fue consiguiendo poco a poco, siempre con el viento en contra. Llegó a decir varias veces que el Museo Guggenheim de Bilbao, diseñado por un hombre, Frank Gehry, le abrió la puertas para construir sus obras.

En la audacia de sus diseños —quizá no exista otra manera de llamar a esas superficies imposibles y caprichosas—, se esconden las obsesiones de un personaje que nació y vivió para inventar ese mundo, una mujer que durante veinticuatro horas soñaba con sus proyectos, solucionándolos una y otra vez.

La primera mujer en obtener el Premio Pritzker y que representó como pocos al arquitecto sobrado de genio y globalizado, nació en Bagdad, vivió bajo la ciudadanía inglesa, construyó en Europa, Asia y América, y falleció en Miami, víctima de un paro cardiaco.

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MasCultura 11-may-16