El legado de Leonard Cohen, en ‘La llama’
Martes 4 de junio de 2019
Sin duda uno de los artistas más relevantes de las últimas décadas, Leonard Cohen ha dejado una huella imborrable en el espíritu de varias generaciones. Pocos meses antes de su muerte, acontecida en noviembre de 2016, confesó en una entrevista:
Estoy preparado para morir. […] Llegado a cierto punto, y si todavía estás en tus cabales, […] tienes que aprovechar la oportunidad de dejarlo todo atado. Tal vez sea un cliché, pero se subestima su poder analgésico. Dejar todo en orden, si puedes hacerlo, es una de las actividades más reconfortantes, y los beneficios son incalculables.
Concebida por el propio Cohen como una elocuente despedida del mundo, esta recopilación póstuma de su obra —inédita como publicada— es una generosa muestra del sinuoso periplo y la amplia variedad de registros y voces de un poeta y cantante absolutamente singular.
Lírico y filosófico a un tiempo, feroz y corrosivo por momentos, La llama incluye nuevos poemas sobre la guerra, el arrepentimiento y la amistad, como el conocido homenaje a Enrique Morente. También aparecen las letras de las canciones de sus cuatro álbumes más recientes, fragmentos escogidos de los numerosos cuadernos que guardó con celo desde la adolescencia hasta el día final y, entreverada en el texto, una emocionante y sorprendente serie de autorretratos y otros dibujos.
Este libro epilogal, que ha merecido el Premio de Poesía ‘Los Libreros Recomiendan’ de 2019. En él, y traducido todo por su amigo Alberto Manzano, se recogen los últimos poemas, los últimos dibujos y algunas letras para canciones, en páginas que tienen también algo de diarios en verso, y que en todo caso atrapan, alargan y culminan la particular personalidad de Cohen. Así, La llama, tiene mucho de despedida pero también supone una clara recapitulación, un balance de todo su universo, tan inspirador para millones de personas.
El prólogo de su hijo Adam (en el que explica hasta qué punto su padre se tomó en serio este libro, que no es la reunión de sus últimas cosas dispersas, sino un volumen unitario y consciente, un proyecto sólido y concebido ) y la reproducción del ya famoso discurso que Cohen pronunció en 2011 en Oviedo, durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias (“La poesía viene de un lugar que nadie domina y nadie puede conquistar”, dijo allí), enmarcan un libro que, en efecto, arde de intensidad, de hambre y a la vez de calma, de búsqueda de una sabiduría final que, curiosamente, es también la que enciende esa misma búsqueda. De vuelta de casi todo, pero a la busca de más, nos encontramos en este libro a un hombre conforme ante la muerte, pero todavía rebelde ante la vida, ansioso por exprimirla. +