¿Por qué no se suicida usted?

¿Por qué no se suicida usted?
03 de abril de 2020
Edgar Avedaño

Víktor Frankl (1905–1997) solía hacer esta pregunta a sus pacientes para orientarse en su terapia, según nos cuenta Gordon Allport (psicólogo estadounidense) en el prefacio al más célebre libro de Frankl, El hombre en busca de sentido. Este libro es una narración sobre su larga y cruda estancia como prisionero judío en los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, además de integrar observaciones psicológicas y un pequeño manual de logoterapia.

EL ENCIERRO

A lo largo de la narración, Víktor Frankl describe las reacciones psicológicas de los prisioneros en los campos de concentración, incluyéndose él mismo, en tres distintas fases: el internamiento en el campo, la vida en el campo y la liberación.

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El internamiento inicia con un intenso shock. Después hay una especie de “ilusión del indulto” que se refiere a una esperanza irracional en que cambien las circunstancias “mágicamente” en el último momento, una reacción común en los condenados a muerte antes de su ejecución. Muchos prisioneros parecían no entender su situación, se mostraban incrédulos debido al shock inicial y la ilusión del indulto.

La segunda fase trata sobre una vida en el encierro. La apatía se convierte rápidamente en una característica de la mayoría de los prisioneros. Otros temas que se tratan en esta fase son: el hambre, las relaciones entre capataces y prisioneros, la sexualidad, la añoranza de soledad, la contemplación, la huída interior, etc. En esta fase Frankl señala algo muy importante para el desarrollo de su teoría:

“¿Es correcta la teoría que nos presenta al hombre como un producto de unos factores condicionantes, bien sean de naturaleza biológica, psicológica o sociológica? […] ¿Carece el hombre de la capacidad de decisión interior cuando las circunstancias anulan o limitan la libertad de elegir su comportamiento externo? […] Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino”.

Así muestra que incluso en el encierro, cuando las circunstancias limitan la libertad de acción a un nivel terrible, la libertad interior permanece, la libertad de elegir cierta actitud ante las circunstancias.

Sobre la tercera fase, llama la atención la inesperada falta de alegría tras la liberación que experimentaron varios prisioneros junto con Frankl debido a la incredulidad ante una libertad completa después de un encierro tan largo y difícil.

LOGOTERAPIA

Trabajar más de dieciséis horas diarias, con llagas en los pies, llevando la misma ropa por meses; nueve hombres durmiendo en un cajón de madera del tamaño de una cama individual, comer sólo un pedazo de pan y un caldo al día. Castigos, insultos, frío, no saber nada de tu familia o amigos, un secuestro masivo donde ni siquiera hay un rescate que ofrecer a cambio de la libertad, ni tampoco fecha límite; nadie sabía cuándo terminaría la guerra. Muchos no sobrevivieron a estas duras condiciones, otros se suicidaron, pero los que lo lograron, ¿cómo lo lograron?

“¿Sobreviviremos al campo de concentración? De no ser así, aquellos atroces y continuos sufrimientos ¿para qué valdrían? […] ¿Tienen algún sentido estos sufrimientos, estas muertes? Si carecieran de sentido, entonces tampoco lo tendría sobrevivir al internamiento…” El hombre en busca de sentido, p. 92.

Viktor Frankl descubre el enorme valor del “sentido” para la psicología humana, porque si los sufrimientos no tuvieran sentido no tendríamos razón para soportarlos. De ahí la pregunta “¿Por qué no se suicida usted?” en las consultas de Frankl; la respuesta le revelaba al paciente por qué valía la pena seguir con vida. Si no veía ningún sentido, el terapeuta le ayudaba a encontrarlo, y a partir de ese particular sentido de la vida, se aplicaba la terapia. La palabra logos, entre sus múltiples acepciones, incluye la de sentido y significado, de ahí el término logoterapia.

“… en multitud de ocasiones, son las circunstancias excepcionalmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.” El hombre en busca de sentido, p. 97.

Víktor Frankl propone dar terapia a las personas ayudándolas a encontrarle un sentido al sufrimiento, pues en cuanto se encuentra el sentido se toma como una oportunidad para crecer. Por ejemplo, al perder una relación de pareja, el sentido de esa pérdida puede encontrarse en el aprendizaje que se obtiene para tener mejores relaciones en el futuro; la relación tuvo sentido por ese aprendizaje.

Hay muchos conceptos y explicaciones en la logoterapia; su increíble éxito mundial, la conmovedora historia existente detrás de su autor y el poder de la voluntad humana que tanto se defiende en esta teoría son sólo un indicio del gran valor del trabajo intelectual de Víktor Frankl, pero su verdadero valor únicamente puede ser descubierto al leer de primera mano a uno de los psicólogos más importantes del siglo XX, gran escritor y conferencista, sobreviviente de los campos de concentración nazi, pero sobretodo un ser humano con dignidad y voluntad que eligió resistir, crecer y compartir su obra con el mundo. +


Texto publicado originalmente en el número 22 de Lee+, febrero de 2011.