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Monty Python: 50 años de satirizar la naturaleza humana

Monty Python: 50 años de satirizar la naturaleza humana
22 de enero de 2020
Gilberto Díaz

El final de los años 60 significó la consolidación de un cisma cultural respecto a las dos décadas previas de la posguerra (sino es que respecto a toda la primera mitad del siglo xx), con un cambio generacional de jóvenes portadores de un pensamiento más crítico y mordaz, hambrientos de cambios tangibles más allá de la utopía del “amor y paz”, inconformes con las convenciones sociales impuestas por los gobiernos, la religión, la sociedad y sus propias familias. Y encontraron su voz en la música, el cine, la pintura, la narrativa, la dramaturgia, o todas estas combinadas… Y también tuvimos a los Monty Python.

El domingo 5 de octubre de 1969, a las 22:50 horas, la BBC emitió por primera vez un programa de sketches de corte surrealista y plagado de acidez lisérgica y la moda característica de un Swinging London que poco a poco se desvanecía con la década. Así, en las pantallas británicas aparecía la imagen de un hombre con las ropas desgarradas saliendo desesperadamente del mar que daba paso a un collage animado de imágenes victorianas que se acomodaban al ritmo de la marcha “The Liberty Bell”, de John Philip Sousa, hasta que el gigantesco pie de Cupido terminaba por aplastarlas súbitamente.

Tan súbito fue el éxito de la troupe integrada por John Cleese, Graham Chapman, Eric Idle, Terry Jones, Michael Palin y Terry Gilliam (quien realizaba todas las animaciones del programa). “El Circo volador de Monty Python” captó la atención de un público joven y cansado de la rigidez de las formalidades heredadas desde la era victoriana, ya que se mofaba de todos los estereotipos que de alguna forma representaban a la sociedad británica: campesinos, burócratas, obreros, militares, profesionistas, la clase media, socialistas, liberales, conservadores y la nobleza. (¿O ustedes qué se imaginarían de un sketch en el que se invita a presenciar en el hipódromo “La gran carrera de la Reina Victoria”, y de cuyos cajones de salida corrieran seis hombres ataviados como la monarca del siglo xix?).

El humor creado en los segmentos de “El circo volador…” carecía de algún tipo de autocensura; incluso desde el periodo de preproducción de la primer temporada, son bastantes las anécdotas del temor a la transgresión por parte de los distintos ejecutivos y evaluadores de la corporación de radiodifusión británica; ya sea porque algún sketch ridiculizaba a los soldados ingleses, o se hacían referencias a algún aspecto del cristianismo en tono de sorna. De hecho, algunos operadores de la BBC sentían que el contenido del programa estaba constantemente al límite de lo aceptable o permitido por la moral de esos años.

Pero su sentido del humor para nada era transgresor por ser ácido y directo (como nos ha acostumbrado el estilo norteamericano de la sátira); el humor de los Pythons se construía sobre la simpleza del absurdo, como podía ser un montaje sin diálogo de una persona abofeteando a otra con un pez, o hasta construir la escena de un drama costumbrista, como la relación de un padre y su hijo que se niega a seguir el humilde pero honrado oficio familiar siendo un varonil dramaturgo, para perseguir sus sueños como un sensible y talentoso minero de carbón, al mero estilo de las historias de Charles Dickens o Antón Chéjov, o bien comenzar un segmento histórico de tintes melodramáticos para cortarlo con la irrupción de miembros de la Inquisición española a partir de una figura retórica que termina llevada hacia lo literal, para continuar con el gag a lo largo del programa en repetidas ocasiones.

Y es que los Pythons, a pesar de las presiones corporativas de la emisora londinense, jamás permitieron que se les quitara el control creativo en la producción del show; esto les garantizaba idear cualquier temática, mientras cumpliera con la premisa de ser tonto y poderse elevar al máximo del absurdo, todo sin que hubiese algún tipo de agenda, militancia o consigna. En una entrevista que Terry Gilliam concedió a El País Semanal el 31 de mayo de 2018, habló sobre su forma de escribir:

“(En) Monty Python no estábamos enfadados: éramos listos y nos reíamos de todo… Nos descojonábamos de todo lo que creíamos que fuera hipócrita, ridículo, pomposo, estúpido. Eso es importante. Y mucha gente estaba de acuerdo con nosotros”.

El bagaje cultural que se manifiesta en la escritura de cada segmento realizado es también otro de sus valores dentro del humor que construían: lo mismo podían hablar del arte renacentista mientras caricaturizaban a Miguel Ángel como un excéntrico que quería pintar “La última cena” con tres Cristos, un canguro y unos mariachis, o bien construir toda una cobertura noticiosa sobre la información de que Picasso realizaría una pintura a bordo de una bicicleta mientras circulaba por un pequeño pueblo, para finalmente transformar la curiosidad de la noticia en un evento deportivo al estilo de alguna etapa del Tour de France donde estarían compitiendo tanto Pollock como Rothko y Matisse en una apasionada recta final.

El Circo Volador de Monty Python permanecería al aire durante 5 años consecutivos, hasta 1974, periodo en el que rodarían la primera de sus películas: And Now for Something Completely Different, en 1971, que no era más que una reedición de algunos de los sketches más populares de las primeras dos temporadas, con algunos ajustes y libertades que el medio cinematográfico les concedería, y que al finalizar su ciclo televisivo los llevaría a realizar sus tres trabajos más importantes, satíricos y subversivos: Monty Python and the Holy Grail, Life of Brian y The Meaning of Life.

Holy Grail es una parodia y subversión de las leyendas artúricas y cantares medievales, donde constantemente se rompe la cuarta pared, compensando la falta de presupuesto para construir sets y rentar caballos. Aquí es constante el humor relacionado con la democracia y la monarquía modernas, la confrontación entre el pensamiento racional y el esotérico, así como una deconstrucción de la visión romantizada de las épicas medievales.

Life of Brian es una parodia de las películas bíblicas, con una historia en paralelo a la pasión de Cristo, donde el protagonista, Brian, es confundido con el mesías por un error y comienza a hacerse de seguidores muy a su pesar; y es en esta cinta dónde los Pythons se ven más mordaces, contrastando la historia antigua de Oriente medio con los relatos bíblicos, haciendo paralelismos y burlándose de los modernos movimientos revolucionarios de izquierdas, así como del paternalismo de las derechas y la burocracia, representado en la figura de los romanos.

Con el auge del Thatcherismo en la Gran Bretaña y sus políticas económicas en marcha, The Meaning of Life es un regreso a la estructura del stream-of-conciousness del programa de televisión, siendo esta una antología de segmentos enfocados en las distintas etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte y el hipotético más allá, tocando temas como la sexualidad, la hegemonía económica y cultural de Estados Unidos, la nostalgia y decadencia del colonialismo británico, el hamparte y el arte moderno; en muchos sentidos es el cierre de un ciclo como una sátira de sí mismos.

Sin duda, Monty Python revolucionó la manera de hacer comedia televisiva, dotándola de una sobrecarga de inteligencia y absurda elegancia, siendo a su vez una muestra de que la naturaleza humana siempre puede ser motivo de sátira sin miramientos; y ahora, en su aniversario 50 es más necesario que nunca, ya que, como diría Gilliam en la entrevista antes mencionada: “Tenemos que ser capaces de reírnos de las cosas… ¡La comedia es tan importante! Derriba las cosas autoritarias, permite a la gente reírse de las vacas sagradas, hace que la gente piense”. +


(Texto publicado en nuestro número 196 “La sátira es nuestra”)