¡Que viva la literatura! Crónicas desde la FIL Oaxaca (cuarta entrega)

La literatura infantil es un arte más difícil de lo que algunos se imaginan, y los cuenta cuentos son actores, performanceros; en pocas palabras, lectores en voz alta mucho más agudos e ingeniosos de lo que somos otros. Lidiar con un público de niños, varios de ellos malcriados, no es lo mismo que lidiar con adultos, aunque también sean malcriados, porque los hay de todo. Hay que saber hacerles llegar con palabras, tonos y gestos un mensaje que en diversas ocasiones puede ser complejo.

Hoy, la disposición de las sillas en el Foro de la FILO “José Emilio Pacheco” tiene algo distinto. Son pequeñas y de diversos colores. Lourdes Morán está sobre el escenario contando cuentos de princesas, dragones y héroes. Muchos niños la miran con atención y ríen cuando la mamá del caballero armado con espada lo defiende de su enemigo a bolsazos. Un niño, más pequeño que los demás, cabecea al lado de una niña que se acomoda a todo lo largo del asiento para observar mejor. Sus vocecitas se pierden con la voz amplificada de Lourdes, quien sigue contando y actuando aun cuando parte de su público se inquieta. Hacia el final de la presentación, le entregan un ramo de flores y la despiden con una porra al momento de posar para la fotografía, junto con el escritor Francisco Hinojosa.

La frase “Mi primer encuentro literario” reluce en las playeras de los niños. Todos están inquietos. Llega más gente, y otros se van. Sin embargo, las sillas para la consulta con el Doctor Hinojosa se van ocupando rápidamente. Se prepara, micrófono en mano, niños hasta en frente y comienza la terapia.

Manual para corregir niños malcriados es el libro que presenta el escritor. A algunos de sus espectadores no les agrada el título, más bien los incomoda. El Doctor Hinojosa cuenta cómo surgió el libro, cómo es que por su constante trabajo con niños fue adquiriendo experiencia para tratarlos, por lo que padres de familia, maestros y amigos le pedían consejos para tratar con desobedientes y groseros. Cuenta la historia de Rogelio, quien no se quería bañar y menciona a Panchito, el que molestaba a sus hermanos. Los niños hacen una mueca de extrañamiento, muchos saben de lo que habla. Para su sorpresa, Hinojosa confiesa que ese niño era él, es, de cierta forma, su historia.

El libro presenta varias historias que Francisco Hinojosa recogió a partir de sus consultas. Es como dice Eric Nepomuceno: muchos escritores son vampiros que succionan las historias que escuchan y las devoran. Al estar próximo el final, dejan un pequeño espacio para alguna consulta urgente y los niños ágilmente piden el micrófono para denunciar a sus hermanos golpeadores o a sus amigos groseros. Bajo sus ceños fruncidos esperan, ansiosos, una respuesta útil del Doctor Hinojosa, quien se dedica a firmar libros al concluir con su terapia.

Oaxaca es una ciudad que no parece tal. Guarda un toque de ruralidad aún, que la hace más acogedora. No intimida como la capital de nuestro país, que se impone babélicamente. El aire de Oaxaca todavía puede respirarse sin temor a ser sofocado por tantos rascacielos. Nadie, ni siquiera los niños, han extraviado la seguridad por el espacio público que poco a poco hemos ido perdiendo con el cáncer de la violencia.

Esto es Oaxaca, esto es la Feria Internacional del Libro, esta es la vida que reverbera de entre las páginas, ¿acaso piensan dejarla ir?

Imagen: El escritor Francisco Hinojosa durante la FILO 2012.
Mascultura 09-Nov-12