La teoría del medio ambiente perfecto

 Aquiles: Pero… ¿está usted completamente seguro?

Tortuga: Completamente. De hecho, no sé cómo no se me había ocurrido antes. Pinte ahí, que todavía se nota una textura. Y allá, que se distinguen los brochazos.

Aquiles: ¿No sería más fácil practicar la resignación y seguir con su vida normal?

Tortuga: Eso es lo que he hecho por los últimos diez años. Eso es lo que quieren ellos. Pero no les daré el gusto. No esta vez.

Aquiles: Póngase una borrachera y supérelo.

Tortuga: Pero no crea, no les guardo rencor. Gracias a ellos es que tuve mi epifanía. Y de hecho les estoy agradecido. Cuando vuelva con la obra más original de todos los tiempos y los editores del mundo se peleen por publicarla, les agradeceré públicamente a esos envidiosos.

Aquiles: Póngase una borrachera y supérelo.

Tortuga: No se ponga del lado equivocado. Esto también le ayudará a usted, estoy seguro. Cuando vuelva, podrá utilizar mi cámara de aislamiento y podrá también gestar obras insuperables.

Aquiles: Se lo repito. ¡Póngase una borrachera y supérelo! Y aplique nuevamente el año que entra. ¿Qué más le da?

Tortuga: Jamás.

Aquiles: Todavía ayer defendía esa teoría del medio ambiente perfecto para generar la chispa creativa, cuando creía que este año sí le darían la residencia artística. Y ahora, para variar, hace un berrinche monumental.

Tortuga: Y usted, para variar, se burla. No le daré crédito en mi primera edición. Pensaba ponerlo en los agradecimientos, pero ya no.

Aquiles: Ayer todavía se veía sosteniendo su nueva pluma de ganso, mirando el atardecer a través de la ventana, los ciervos pastando a la distancia, las nevadas copas de las montañas enmarcando el crepúsculo como una postal, y usted dilucidando una novela digna del Nobel.

Tortuga: Ayer. Usted lo dijo. Ayer. Pero hoy tuve mi epifanía. Estoy convencido de que el mejor medio ambiente para crear es, agárrese, ningún medio ambiente en lo absoluto. No es por molestarlo pero, la verdad, es una idea genial.

Aquiles: Y por eso ha forrado este cuarto con sábanas blancas. Y por eso nos pone a pintar el techo y el piso de blanco. Y el escritorio. Y el bolígrafo. Y tapiar las ventanas. Y renunciar al wifi. ¡Renunciar al wifi! Lo pienso y me estremezco.

Tortuga: Cero distracciones. Cero influencias. Sin medio ambiente la mente es libre por completo. Tiemblo al pensar las cosas que se me han de ocurrir. ¿Quién quiere una cabaña en Suiza si puede tener el origen del universo? Podré crear del mismo modo que lo hizo Dios en ese primer momento.

Por Antonio Malpica

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