Columna Fábulas del Tío Hofs: "El dedo en la nariz"

Tortuga: Usted tiene la culpa, para qué se pelea con su editor.

Aquiles: Ya deje de sermonearme y ayúdeme a pensar de dónde saco ciento cincuenta mil pesos.

Tortuga: Uno no se pelea con su editor. O con su peluquero.

Aquiles: Aquella ex novia suya, la dueña de la tortería. ¿No querrá apoyar la causa?

Tortuga: Una vez me peleé con un mesero de La Colonial, por cierto. ¿Quiere que le describa lo que vi flotando entre los hielos de mi cuarta cuba?

Aquiles: Tal vez si iniciamos una campaña en crowdfunding. ¡Es mi carrera de lo que estamos hablando!

Tortuga: Hay gente con la que uno, simplemente, no se pelea. Pero aun si eso ocurre, siempre puede recurrir a la inmolación pública con gasolina y un fósforo. Ahora que veo la contraportada de nuevo, jugar al bonzo me parece una salida honrosa.

Aquiles: ¡Ya recuerdo! ¡Usted estaba ahorrando para un safari fotográfico al Congo! Si no fuera uno de los seres más mezquinos del universo, me daría sus ahorros para que yo recuperara mi vida.

Tortuga: En primer lugar, era turismo fotográfico. Y no al Congo sino a la mansión de Hugh Hefner. En segundo lugar, para mi fortuna, descubrí a tiempo que se trataba de una estafa parecida a la del príncipe nigeriano. Y en tercer lugar, ahorré exactamente trescientos doce pesos. Se los regalo si le sirven.

Aquiles: Ahora entiendo por qué su cochinito no pesa un gramo. Y yo que creía que estaba lleno de billetes. ¡Usted y su miserable falta de previsión!

Tortuga: Típico que entra en crisis y todo el mundo tiene la culpa excepto usted. Pero se le olvida que yo estaba aquí cuando fue inmortalizado para la contraportada de su libro.

Aquiles: ¿Y qué con ello? ¿Habría podido impedirlo?

Tortuga: ¡Si lo intenté! ¡Le dije que dejara su actitud de prima donna y simplemente se dejara fotografiar!

Aquiles: Usted porque es un simplón y un rupestre. Yo nada más hice la observación al señor de la editorial que cuando menos debía esmerarse del mismo modo que hizo Brassaï con Picasso. ¿Qué hay de malo en ello?

Tortuga: ¡Si a leguas se notaba que el tipo vende fotos en salones de fiestas infantiles los domingos y usted pidiéndole poesía en claroscuro!

Aquiles: No hice más que mostrarle a Picasso en su estudio, inmortalizado por Brassaï. Y la luz. Y la sombra. Y nada más.

Tortuga: ¿Nada más? Y luego le sacó su librote ése de la National Portrait Gallery. ¡Estuvo por más de dos horas posando en todos lados como si fuera a salir en la portada de Life! ¡Y sólo se trataba de una maldita foto para la contratapa de un tercer lugar en el concurso de poesía experimental de la delegación!

Aquiles: Así como lo dice sí suena terrible. Pero no puede culparme. Se trataba de ganarme un lugar en la historia gráfica literaria del país.

Tortuga: Y se lo ganó. Con el dedo en la nariz.

Aquiles: Cualquiera aprovecha unos minutos para hurgar ahí dentro.

Tortuga: ¡No con un fotógrafo enfrente al que estuvo torturando por dos horas! Aunque, en realidad, el verdadero problema no fue ese, sino llamar pedazo de tarado a su editor en su muro de Facebook. ¡A quién se le ocurre! ¡Es como insultar al tipo que le está deteniendo la escalera!

Aquiles: Mil ejemplares me parecían muy pocos. Después de todo… fue un tercer lugar. Y se inscribieron casi treinta trabajos.

Tortuga: ¡Ajá! ¡Y ahí tiene al loco discutiendo por un tiraje mayor! Claro, ahora no halla el modo de juntar ciento cincuenta pesos por ejemplar para retirarlos todos del mercado. ¡Ojalá hubieran tirado los ocho mil que pidió!

Aquiles: El horror. La gente me recordará sacándome los mocos de la misma manera que a Einstein sólo lo recuerdan mostrando la lengua.

Tortuga: Tampoco exagere. Hay muchas otras buenas fotos de Einstein.

Aquiles: ¿Ah, sí? Mencione una… ¿lo ve? Estoy acabado.

Tortuga: ¡Hey! ¡Espere! ¿Vio que tiene un Whatsapp de su editor en el celular? ¡Tal vez esté dispuesto a hacerle un descuento!

Aquiles: “El ejemplar que le mandé es un dummy. Pero aún puede disculparse conmigo públicamente y evitar que mande a imprimir los mil del contrato”. ¡Es un milagro! ¡Vamos! ¡Acompáñeme!

Tortuga: Me sorprende su calidad humana. Qué bien que quiera disculparse.

Aquiles: ¿Disculparme? ¿Está loco? ¡Voy a prenderle fuego a la imprenta para impedir la masacre! Y traiga su cámara, por cierto. Voy a tomarle unas bonitas gráficas a la hoguera para enviárselas luego a un completo tarado por Whatsapp.

Por: Antonio Malpica

MasCultura 04-may-16