El espectáculo de “Gran Cabaret” de David Grossman

Hay personas que permanecen a nuestro lado durante toda la vida; algunas otras figuran únicamente en algún periodo y otras más se pierden en una lista que va agregando nombres, que va actualizándose con los años. Cuando se vive un reencuentro ¿qué es lo que le dicen a esa persona que estuvo ausente tal vez meses, tal vez años? En otros casos, ¿con qué fin buscarían a alguien con quien perdieron contacto mucho tiempo atrás?

El tema del reencuentro es la experiencia que se cuenta en Gran Cabaret (Lumen, 2015) de David Grossman. Una especie de stand-up comedy donde se darán cita dos viejos conocidos, uno como espectador, el otro presentando un espectáculo sobre el escenario, mientras los chistes y hasta las confrontaciones se encontrarán en ese mismo lugar.

Avishai es un viejo juez israelita ya jubilado. Sorpresivamente, un día recibe una llamada. Es un hombre del que tiene escasos recuerdos, con dificultad, su memoria recupera aquellos momentos que vivieron juntos durante la juventud. Dóvaleh es el nombre de la persona que llama. Después de tanto tiempo, ¿para qué llamar? ¿Qué los motivaría a ustedes a contactar a alguien de su remoto pasado? A Dóvaleh lo mueven no tanto los recuerdos, sino el deseo de pedirle a su viejo amigo un favor: que lo vea. El viejo que llama da un espectáculo en un cabaret, comedia en vivo, trabajo que no agrada mucho al juez, por lo que acepta a regañadientes. El trato es que, después de la presentación, el hombre dedicado a las leyes emita un veredicto de la actuación, de los chistes, del espectáculo completo montado por su antiguo colega.

“Gran Cabaret” nos muestra, en primera escena, a un hombre agotado por el tiempo, que lucha con una sonrisa en el rostro a veces un poco más por necesidad que por gusto. Un par de hombres que de pronto los envuelve cierta nostalgia y melancolía. Sin embargo, Dóvaleh encierra varios misterios que sobrecogen y confunden a su invitado estrella. Hasta que a éste lo invade la sospecha de la fatalidad que podría estar rodeando al desgastado cómico.

A la risa y el llanto los divide una línea muy delgada: ambos son estertores, muchas veces convulsos, que pueden terminar con lágrimas en los ojos. Rorschach, en “Watchmen”, cuenta la historia de un hombre abrumado por el mundo; el médico le recomienda ver a Pagliacci, el payaso, por lo que en completo llanto, aquél responde: “Pero doctor, yo soy Pagliacci.” En el caso de “Gran Cabaret”, Dóvaleh tiene mucho de ese Pagliacci, un síntoma que aflora conforme avanza la presentación.

La novela es una larga nota que hizo Avishai sobre su viejo amigo, la actuación que presenció y la confesión que tuvo lugar. ¿Compartirán ustedes también su punto de vista? Para ello, no dejen de asistir a la presentación que dará inicio en Gran Cabaret.

David Grossman. Gran Cabaret, México: Lumen, 2015, 236 pp.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa

Mascultura 07-sep-15