Artículo: Gravedad cero

Viajar al espacio podría ser una de las más impresionantes travesías posibles de emprender, después de los viajes en el tiempo. Y en algunas ocasiones, la literatura, e incluso el cine, están mucho más adelantados en este aspecto que la ciencia. No hace falta mencionar a Julio Verne o H. G. Wells para recordarles a los científicos que antes de cualquier innovación tecnológica, ellos, los escritores, consiguieron emprender esos viajes.

Mientras esperamos a que los científicos alcancen el futuro que ya dejaron atrás Robert Zemeckis o la TARDIS y Doctor Who, centrémonos en algo que ya se ha conseguido por ambos bandos: los viajes al espacio. Para esta misión en gravedad cero será necesario abordar una nave, así que sírvanse de elegir el Millennium Falcon o la Death Star para despegar. Los riesgos en el espacio son incontables: existen agujeros negros, asteroides o algún stormtrooper que desvió su trayectoria, y cuando miramos hacia el cielo, pocas veces pensamos en todos esos peligros que rondan nuestro pequeño planeta sobrepoblado. Y a veces pareciera lo mejor; resultaría más alarmante agregar otras preocupaciones a la larga lista que ya nos agobia aquí en la Tierra. Neil deGrasse Tyson, a quien recordarán por programas como Cosmos, nos presenta el libro Crónicas del espacio: ante la última frontera, donde nos platica de las incontables amenazas que acechan a nuestro planeta o la posibilidad de vida extraterrestre, no únicamente de organismos simples, sino también de seres inteligentes que se planteen estas mismas cuestiones desde sus remotos universos.

Hacia finales del milenio pasado se esparcieron rumores apocalípticos sobre el fin del mundo y en aquella época imaginé que un meteorito impactaría la Tierra, justo como el que extinguió a los dinosaurios. Aun conociendo la magnitud de la catástrofe, y no sin quitarme por completo el miedo, me emocioné y dibujé un dispositivo que según la mente de un niño de nueve años destruiría dicha amenaza. Jamás sucedió el impacto ni construí tal armatoste de contenedores y desfragmentadores que diseñé en el ya lejano año de 1999. Sin embargo, aquellos cotilleros y las palabras de Neil Tyson me recuerdan la vulnerabilidad a la que estamos sometidos. La fuerza de Crónicas del espacio radica ya no solamente en las disquisiciones que tiene sobre una institución como la nasa, el papel que ha jugado a lo largo de la historia, su estira y afloja político y social, sino en las inquietantes preguntas sobre el gran misterio que es el Universo con las que nos enfrenta.

Sigue viajando en gravedad cero aquí.

Por: Rolando Ramiro Vázquez Mendoza.

MasCultura 30-mar-16