Un pedacito de México en José Saramago
José Saramago nació en Portugal el 16 de noviembre de 1922, en el seno de una familia campesina de bajos recursos. Entró a estudiar a una escuela industrial donde tuvo su primer acercamiento con los clásicos. Sin embargo, al poco tiempo, fue necesario que abandonara los estudios para trabajar y ayudar a sostener a su familia. Esto no fue un impedimento para que se convirtiera en uno de los escritores más importantes del siglo XX.
José Saramago se consideraba un melómano. Le gustaba escuchar música mientras escribía, aunque estuvo consciente que dicha combinación no era siempre recomendable, por la interferencia que se producía en el proceso creativo. Llegó a decir que “El escritor es un pobre diablo que trabaja.”
Cuando recibió el Premio Nobel, tuvo una actitud modesta. Declaró que el hecho de haberlo recibido no modificaría sus posturas y que seguiría siendo quien es. “Escribo como si no lo hubiera recibido. Escribo como si no tuviera que demostrar que lo merecía.” Saramago no sólo fue un gran escritor, sino también una gran persona. Nunca dejó de ser crítico con su época, así fuera en Europa, como en Latinoamérica, de donde defendió la causa indígena y el levantamiento zapatista en Chiapas: “De Chiapas me llevo no sólo el recuerdo, me llevo la palabra misma… Chiapas… La palabra Chiapas no faltará ni un solo día de mi vida.” “Si el escritor tiene algún papel, es intranquilizar, y Chiapas es un buen motivo para que nos intranquilicemos.”
El 18 de junio de 2010 el genio de José Saramago se apagó, pero no los libros y pensamientos que nos dejó. +
Con información de: “José Saramago en sus palabras”, Alfaguara.