C.S. Pacat: construyendo mundos complejos y personajes memorables en Príncipe Cautivo
Tuvimos la oportunidad de conversar con C.S. Pacat, autora de la aclamada trilogía Príncipe Cautivo, durante su visita a FIL Guadalajara. En esta entrevista, la escritora comparte sus reflexiones sobre los temas complejos de su obra, su proceso creativo y las inspiraciones detrás de su fascinante historia.
Las acciones de Laurent son a menudo enigmáticas, impulsadas por un pasado complejo. ¿Cómo abordaste la escritura de sus motivaciones y cuánto de su historia de fondo planeaste antes de comenzar la serie?
Planeé todo antes de empezar, porque es la única forma en que puedo escribir. Necesito saber cómo termina la historia desde el principio, y dediqué mucho tiempo a planificar cada detalle. En mi opinión, especialmente en géneros como la fantasía, y quizás también en el romance, es esencial tener claro hacia dónde te diriges antes de comenzar. Toda la trilogía fue planeada de principio a fin antes de escribir una sola palabra.
En cuanto a Laurent, invertí mucho tiempo desarrollando su personaje y su trasfondo. Como lo conocemos a través de los ojos de Damon, el otro protagonista, cuyo punto de vista es muy sesgado, tuve que planificar dos aspectos clave: primero, las acciones y motivaciones de Laurent, y segundo, cómo serían percibidas por Damon. Fue un proceso meticuloso de planificación para asegurar que ambos elementos encajaran perfectamente desde el inicio.
Abordas temas difíciles como la esclavitud, el abuso y la violencia sin glorificarlos. ¿Cómo manejaste estos temas para asegurarte de que invitaran a la reflexión en lugar de simplemente impactar?
Lo primero que diré es que crecí en un hogar muy violento. Y cuando eres un niño y te encuentras en un entorno así, deseas escapar. Pero no puedes escapar porque eres un niño. Entonces, la única forma de hacerlo es metiéndote en tu mente o en un libro. Para mí, los libros de fantasía se convirtieron en ese lugar al que podía escapar.
El tipo de historias que simplemente mostraban la vida cotidiana, o que decían: “Oh, si eres una buena persona, te pasarán cosas buenas”, no me resonaban en absoluto. No conectaba con esas historias porque no reflejaban mi experiencia ni lo que estaba viviendo. En cambio, las historias de fantasía más oscuras, aunque parecieran contradictorias, me resultaban reconfortantes, porque podía conectar con mis propias vivencias.
Supongo que por eso fue natural para mí escribir un libro con esos temas. Si solo leía un libro feliz, sentía ganas de romper la cuarta pared y decir: “Pero también pasan cosas malas, ¿no? Están ocurriendo cosas malas”. Las historias realistas y cotidianas, aquellas que promovían la idea de que si eres bueno, te sucederán cosas buenas, simplemente no reflejaban mi realidad. Por eso, con las historias de fantasía más oscuras, me sentía mucho más identificado.
Al final, no creo que el arte deba transmitir siempre un mensaje moral. Algunas formas de arte, como las fábulas o los cuentos de hadas, sí lo hacen, pero otras veces el propósito del arte es simplemente hacerte sentir algo. Hay arte que está hecho para impactar, para provocar emociones intensas, y creo que eso también es válido.
Eso no quiere decir que era exactamente lo que buscaba con esta historia, pero tengo una actitud bastante abierta hacia los libros y el contenido. Creo que hay espacio para diferentes enfoques, y todos son igual de valiosos.
Akielos y Vere son sociedades muy diferentes. ¿Qué mensaje querías transmitir al contrastar estas dos culturas, especialmente en sus actitudes hacia la esclavitud y el honor?
En primer lugar, no se trata solo de la esclavitud, sino de una idea más general. Crecí leyendo mucha fantasía y soy una persona queer. Especialmente en los 90 y principios de los 2000, las estructuras morales de la fantasía solían reflejar nuestras propias estructuras morales, particularmente en relación con las personas LGBTQ. En mi vida real, las personas LGBTQ eran oprimidas, y luego leía una novela de fantasía donde también se oprimía a las personas de la comunidad.
Esto transmitía el mensaje de que ser queer significaba estar oprimido, sin importar el contexto, incluso en una fantasía. Quería crear un mundo que se sintiera normativo para las personas queer, uno donde no existiera el mismo tipo de prejuicio.
En cuanto a la esclavitud, quería asegurarme de que las dos culturas representadas no se redujeran a una “buena” y otra “mala”. Ambas tienen aspectos positivos y otros absolutamente terribles, como ocurre con cualquier cultura. Era importante para mí no crear un país villano y uno heroico; ambos tienen problemas.
Además, creo que ambos personajes principales crecen inmersos en sus respectivas culturas, viéndolas como normales. Pero es cuando se conocen que empiezan a ver su propia cultura desde otra perspectiva. A través de esa interacción, descubren que hay aspectos de ellos mismos y de sus culturas que podrían mejorar si cambiaran.