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El último inventario de Pacheco

Todo fue muy repentino y la noticia conmocionó a los que nos enteramos poco a poco. Se leía en los medios que todo se hallaba estable, que la salud de José Emilio Pacheco era estable, que no podía proporcionarse más información. No hizo falta que transcurriera ni un solo día para conocer el funesto desenlace.

El año de 1939 nos entregó muchas cosas, entre ellas, una de las conflagraciones bélicas más destructivas de los últimos años. También nos dejó una de las voces y mentes más apreciadas en nuestro país; ese año, el 30 de junio en la Ciudad de México, nació José Emilio Pacheco.

El año de 2014 inició con el pie equivocado. Desde enero ya se había augurado un sabor insípido, desagradable, que se mantendría en la boca. El 14 de enero había fallecido Juan Gelman, poeta y gran amigo de José Emilio. Hacia finales del mes, Pacheco escribía su columna Inventario, dedicada a su colega recientemente fallecido. Habló con algunas personas ese día y les comentó que se había tropezado. El autor de Las batallas en el desierto negó que fueran a verlo, se encontraba bien, decía y que, aunque fueran, no podría abrirles. Su esposa, Cristina, llegó poco después, pero el escritor seguía renegando la posibilidad de padecer algo serio tras el accidente.

Pacheco fue internado el sábado 25 en el Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición. El domingo 26 de enero de 2014, José Emilio Pacheco falleció. El texto que había enviado a Proceso, aquel fin de semana, había sido el último de una serie de colaboraciones que había empezado el año de 1973 en el periódico Excélsior. Ese fue su último texto para su columna Inventario, pero no fue su última palabra: Pacheco aún tiene mucho que decirnos. Hoy lo recordamos con profundo afecto a dos años de su partida.

Con información de: "José Emilio Pacheco: el Inventario del adiós" en Proceso.

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MasCultura 26-ene-16