El pasado lunes 22 de enero, falleció la escritora Ursula K. Le Guin a los 88 años de edad.
Originaria de California, Estados Unidos en 1929, hija de un antropólogo y una escritora Alfred y Theodora Kroeber), comenzó a interesarse en la literatura desde pequeña, siempre con una clara inclinación por la antropología y posteriormente por la sociología y la literatura de la Edad Media y renacentista.
Ursula se convirtió en una de las más notables exponentes de la fantasía y la ciencia ficción, publicando más de veinte novelas, además de cuentos cortos, libros infantiles, poesía, ensayos y traducciones. Su herramienta más poderosa fue su imaginación, y en sus textos expuso ideologías políticas, corrientes filosóficas de oriente, estructuras sociales, utilizándolos como elementos para crear sociedades ficticias y personajes fantásticos envueltos en tramas más complejos e innovadores de lo que podría pensarse sobre seres como dragones, magos o extraterrestres. El feminismo en su obra es evidente, pero siempre expuesto desde un punto de vista humanístico y esperanzador, más que de protesta o lucha.
No fue ajena a la polémica, viéndose envuelta en un debate público con Margaret Atwood al no estar de acuerdo con el tratamiento de la ciencia ficción y los lineamientos poco claros dentro del género en las obras de Atwood. Una segunda ocasión desató la controversia al criticar duramente la entonces más reciente publicación de Kazuo Ishiguro, El gigante enterrado.
Recibió varios premios a lo largo de su carrera, algunos de ellos en repetidas ocasiones (como los premios Hugo, Locus y Nébula) y sus libros e historias vendieron millones de copias en varios idiomas alrededor del mundo.