Una periodista que vive “Todos los miedos”, la novela de Pedro Ángel Palou
Fabián Aranda
Mirarse en el espejo en ocasiones es conflictivo, pues encontramos a una persona completamente desconocida y, al mismo tiempo, muy familiar. Y eso a veces nos hace sentir miedo. Un miedo tan singular que nos ayuda a reinterpretar quiénes somos, un miedo que se parece mucho a Todos los miedos (Planeta), la más reciente novela de Pedro Ángel Palou.
En esta ocasión, Pedro Ángel Palou no nos lleva a descubrir nuestra historia o sus personajes emblemáticos. Esta vez nos obsequia con una mirada al espejo de los miedos padecidos por los habitantes de la Ciudad de México, especialmente los periodistas que se juegan la vida al revelar la verdad.
Y es que, comparte el autor, “yo sentía que volver a escribir una novela histórica en un momento como este de México, nos aislaba de reflexionar sobre un presente convulso y lleno de violencia. Entonces decidí escribir una novela muy contemporánea, y prácticamente documental, sobre todo lo que ha ocurrido en la Ciudad de México con respecto a la violencia, y enfocándome en una protagonista femenina: una periodista que está siendo perseguida y amenazada”.
El relato, narrado con un ritmo tenso, está centrado en dos personajes que, en los últimos años, aparecen más de lo que quisiéramos en los diarios. “Una periodista, que se llama Daniela Real, vive once horas de persecución. Es una novela que ocurre en once horas en las que le pasa de todo y está intentando sobrevivir a la amenaza de muerte, mientras publica un último reportaje sobre los feminicidios y la violencia contra la mujer. Mi protagonista se dedica a documentar, con nombre propio y apellidos, un mapa de feminicidios en México. ¿Dónde están, cómo se llamaban, cuántos años tenían, quién les hizo lo que les hizo? Esto porque me parece que la muerte de un ser humano es un argumento central que se ha perdido en las historias, ahora es un número. El otro personaje central de la novela es Fausto Letona, un ex militar desahuciado por cáncer, que se dedica a hacer justicia por su propia mano, pues siente que el Estado ya no cumple su función”, revela Pedro Ángel.
Por supuesto, un tema tan espinoso como el de Todos los miedos requería de una documentación minuciosa y crítica, pues su autor corría el riesgo de perderse en las montañas de información sobre ambos casos. Para ello, nos relata Palou, “comencé a documentarme sobre las muertes. Luego las fui enfocando en un año y medio de la Ciudad de México, mientras, por cierto, se descubría que el gobierno había perseguido y espiado a sus enemigos políticos y a los periodistas mediante un sistema cibernético que se llama Pegasus, comprado en Israel. También mi personaje está sujeto a este tipo de ciberespionaje, mientras la propia Procuraduría Especializada en Violencia contra Periodistas es parte de esa confabulación. Me iba documentando también sobre otro tipo de personaje que comenzó a aparecer en México, más allá de las autodefensas michoacanas, que son estos vengadores anónimos sobre los que seguimos leyendo todos los días; justicieros que en un intento de atraco en un autobús impidieron el asalto, asesinaron al asaltante y se dieron a la fuga”.
La combinación de amenazas, hambre de justicia y un clima adverso para el ejercicio periodístico dan como resultado una novela muy intensa y con objetivos claros: buscar la empatía del lector y denunciar al menos una parte de los horrores actuales. Al respecto, el autor señala: “A mí me parece que la nota roja en México se estaba convirtiendo en una normalización de la violencia. A diferencia de lo que sucede en el periodismo, los personajes literarios te llevan a empatizar, tiendes a vivir lo que está viviendo el personaje.
La condición para que esto ocurra es que tus personajes sean de carne y hueso, que sean tridimensionales, que no sean personajes planos; que tengan emociones pero también motivaciones”.
Además, continúa, “tristemente, ha habido unos epígonos de la novela de violencia en México que lo han hecho por un tema mercadológico. Funciona sobre todo en la novela del narco, en la que hay una cierta romantización de estas figuras. Sucede también en las series de televisión. El narco adquiere ciertos elementos que antes tenían Juan Charrasqueado o Robin Hood y se romantiza algo que no es romantizable. Tuve mucho cuidado con esto en la novela. Por eso hice personajes de carne y hueso, que sintieras que son reales. Además, hace muchísimos años Paco Ignacio Taibo II señaló que la novela policiaca tradicional no funciona en los países latinoamericanos. Y es que lo interesante en nuestros países no es descubrir quién fue el asesino, sino saber cómo se encubrió el asesinato. Muchos escritores como Rubem Fonseca o George Pelecanos, el guionista de la serie The Wire, han encontrado en la novela policiaca una forma de denuncia social”.
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