
Francisca Solar. La muerte de las impuras

Carmen A. Castillo y José Luis Trueba
Francisca Solar es una de las escritoras chilenas más leídas. Su obra —que transita entre la ficción y la no ficción— se muestra en casi veinte libros que circulan en igual número de países, traducidos a cinco idiomas. El buzón de las impuras es su nueva novela y en ella nos revela una de las tragedias histórica más grandes: el incendio que ocurrió en la Iglesia de la Compañía en Santiago de Chile a mediados del siglo XIX, a través del cual —a pesar del tiempo y la distancia— nos encara con una realidad que aún persiste. Conversar con ella en este mes era fundamental.
Lee+: Cuéntanos qué ocurrió en el incendio de la Iglesia de la Compañía.
Francisca Solar: El buzón de las impuras (Urano) toma esta tragedia como un hito central. El gran incendio de la Iglesia de la Compañía ocurrió el 8 de diciembre de 1863. Durante la misa, la multitud quedó atrapada dentro de la iglesia. Cerca de 2,500 personas, en su mayoría mujeres, murieron quemadas vivas. La pérdida es mayor en número de decesos que el Titanic y casi el igual en número que en las Torres Gemelas. Además, ocurrió en un momento clave en que el Estado comenzaba a separarse de la Iglesia Católica. El relato oficial culpó a las víctimas, sugiriendo que la ropa voluminosa les impidió escapar. Lo que hago en la novela es desmontar la versión oficial gracias a una investigación rigurosa. Lo inquietante es que la historia se manipuló para culpar a las víctimas, protegiendo al victimario. Entonces me pregunté: ¿a quién se estaba protegiendo con la versión oficial? Esa fue la interrogante que guió mi investigación.
Lee+: En toda América Latina, las víctimas olvidadas siempre han sido las mujeres…
Francisca Solar: Las mujeres eran vistas como objetos sociales y propiedad. Como eran mujeres, el hecho se olvidó y la historia fue manipulada. ¿Qué habría pasado si los muertos fueran hombres? Esto sería un hito en los libros de historia. Al ser mujeres, casi nada se escribió y terminaron en una fosa común sin ser identificadas. Tomé las diferentes listas que existían para crear una sola, unificada. Conseguí identificar 1.300 personas. El pasado 8 de diciembre la compartí en mi sitio web para que cualquiera pudiera descargarla y tomar un nombre para representar a una víctima en la conmemoración. El Senado de Chile abrió el lugar donde estaba el Templo de la Compañía. Asistieron 1.500 personas, y cada una llevó algo en honor a una víctima diferente. Por primera vez se nombró a las víctimas en voz alta.
Lee+: Cuando comienzas a trabajar esta obra, tienes materiales que se consideran ciertos, pero también te enfrentas a muchas lagunas. ¿Cómo llenaste esos vacíos?
Francisca Solar: Yo soy novelista, no historiadora. Tengo la libertad de abordar la historia con rigor, pero también la capacidad para especular cuando hay vacíos. ¿Por qué la novela no se llama El incendio de la Compañía? La razón es fácil de explicar: lo único que quedó intacto fue el Buzón de las Impuras, el cual era usado como símbolo de coerción, pues se obligaba a las mujeres a escribir sus pecados y ofrecerlos a la Virgen. Lo extraordinario es que, al abrirlo tras el incendio, no había pecados, sino denuncias. Por ello, cuando me di cuenta de la importancia de esta historia, supe que debía contarla.
Lee+: La novela histórica tiene el poder de dar voz a quienes se la hemos quitado. ¿Qué se siente dar voz a tantas mujeres?
Francisca Solar: Siento que aún no me recupero emocionalmente de la novela. La mayoría de los capítulos son cortos, pero el que relata el incendio tiene casi 50 páginas. Mi intención era que el lector viviera el suceso sin pausas, sin espacio para respirar. No quería que se relajara, sino que sintiera el sufrimiento de esas mujeres. Creo que es lo mínimo que las víctimas merecían: que se conozca su martirio. El incendio fue un accidente y el resultado de la negligencia. Los jesuitas cerraron una vía de escape para salvar los bienes de la sacristía en vez de salvar a las mujeres. La culpa recayó sobre las víctimas, pero al darles voz en la novela pude señalar a los responsables con nombre, algo que nunca se había hecho. Al final, al contar la historia desde la perspectiva de las víctimas, busco una reivindicación histórica, una forma de devolverles su dignidad.
Lee+: Me sorprende la cercanía de lo que cuentas, con lo vemos hoy en los feminicidios en que se culpa a la víctima. ¿Realmente necesitamos mantener estas tradiciones?
Francisca Solar: Son una carga para la evolución de las sociedades. Aún vivimos en un sistema en el que, si te pasa algo malo, la culpa es tuya. Vemos juicios por abuso en los que primero se juzga a la víctima y no nos enfocamos en el perpetrador. Lo que me impresionó de las mujeres en 1863 fue su valentía. No tenían nada qué ganar y mucho por perder con sus denuncias. El Alcalde de Santiago defendió su identidad al proteger el buzón porque sabía que, si se divulgaba su contenido, se culparía a las víctimas y los sacerdotes siempre saldrían como inocentes.+