Perfil: Los renglones retorcidos de David Bowie
A un año de partir Bowie regresó en Lazarus, obra de teatro en Londres. Así lo presenciamos:
Bowie le transmitió a este mundo la valentía para ser únicos y diferentes. Su trayectoria nos dejó un legado invaluable, tanto artístico como ideológico, lleno de personajes con sueños espaciales, glamurosos, musicales y afectuosos: un ícono más allá de la música, el cine y el teatro. Abarcó tantos campos como su creatividad y tiempo en este planeta le permitieron. Nunca se mantuvo en los límites de la normalidad o de la tradición; pasó por el soul, glam rock, pop, techno, industrial hasta llegar al estilo único que caracterizó los veinticinco álbumes que lanzó en su carrera. El también llamado “Duque Blanco”, nacido en Londres el 8 de enero de 1947, dejó una huella irremplazable en la historia de la cultura moderna, plasmada en generaciones que se vieron impregnadas por la potencia de un ser libre en todos los ámbitos de su existencia, sexual y creativamente, siendo la inspiración de innumerables artistas que nacieron gracias a su legado.
Hubo un tiempo durante su juventud en que se reunía en un pequeño café londinense para platicar de música con Elton John, antes de ser apodado con ese seudónimo. Tiempo después Bowie fue conocido como Ziggy, y creó su propio universo paralelo en el que podía hacer lo que deseara sin detenerse a considerar la opinión del resto. Ziggy, su más importante creación, una versión exótica de Bowie, llena de audacia y brillo, tuvo que morir en 1973 debido al malestar mental que le provocaba mantenerlo dentro de sí mismo. Iggy Pop, por su parte, recibió la ayuda de Bowie en distintas ocasiones hasta grabar un cover de “China Girl”, que impulsó su carrera. Por otro lado, en 2003 el cantante rechazó el nombramiento de Caballero por considerarlo un título real inútil.
En 1986, en la cumbre de su carrera, interpretó a Jareth, el Rey de los duendes, en el filme Labyrinth, de Jim Henson, lleno de fantasía y música, acertijos y emociones profundas, como todo lo que rodeaba a David Jones. Labyrinth es un largometraje que pasó de ser una cinta para niños a una de las producciones de culto más apreciadas por sus seguidores, aun con la premisa de cuento infantil y marionetas que bailan. Jareth se impone de tal modo que es difícil no amarlo o temerle, siempre un paso adelante, planeando trampas y manipulando a su antojo el destino de Sarah, protagonizada por Jennifer Connely; hacia el final, Jareth se vuelve vulnerable, como todos, cuando llega el amor.
Aunque es indudable el parecido entre la personalidad de Jareth con Bowie, el artista era muy distinto en su trato a las personas de este planeta; siempre procuró mantener un profesionalismo impecable al presentarse en público o al hablar con alguien. Desde el 2015 se anunció su retirada de los escenarios; no obstante, se especuló sobre presentaciones sorpresa —o al menos eso nos gustaba imaginar—, incluso con la llegada de su último álbum Blackstar el 8 de enero del 2016, justo el día de su cumpleaños.
Un año antes había emprendido una ambiciosa producción musical, minimalista en todo aspecto, a excepción de la parte auditiva: la obra teatral Lazarus se convirtió en la culminación de un proyecto iniciado en 1976 con el filme The Man Who Fell To Earth, de Nicolas Roeg. En diciembre del 2015 se estrenó Lazarus en Nueva York; éste fue el último evento público al que asistió Bowie. Para el invierno del 2016 la producción se mudó al King’s Cross Theatre en Londres. En ese momento decreté que debía ver la obra a como diera lugar, y lo cumplí en diciembre pasado. Lazarus contó con una banda que interpretó los más representativos temas del músico, y la inesperada voz de Michael C. Hall, también conocido como Dexter, en el papel de Thomas Jerome Newton.
David Bowie escribió al lado de Enda Walsh la historia que continuaría con la vida de Newton en la Tierra, rodeado de confusión, tristeza y amor. Una puesta en escena que incluye las tres canciones inéditas que fueron grabadas un día antes de su muerte, al lado de su amigo y productor Tony Visconti. En Lazarus basta escuchar en vivo a Sophia Anne Caruso cantar “No Plan” para que toda la noche haya valido la pena; la emoción que transmite es equiparable a escuchar un adiós del mismísimo Camaleón. Cuando los aplausos de la audiencia y del elenco hacia la foto de Bowie terminan, se siente cariño sincero y agradecimiento.
A un año de su partida, su recuerdo se mantiene vivo, como si nunca se hubiera alejado. Su obra es visible alrededor del mundo, tanto en el material que nos heredó como en la inspiración que sembró en la vida de músicos, actores, bailarines, productores y demás profesionales de la cultura y el arte, que en conjunto se encargarán de mantener brillando la estrella de David Bowie, como el héroe que aún vive para todos nosotros.
Por Tania Rosa González Aranda
MasCultura 13-feb-2017