Hay todo tipo de sueños: los imposibles, los desgarradores, los que se cumplen, los que profetizan el futuro, los sueños que son sueños y los que producen monstruos. Para este número nos adentramos en este tema que no sólo es vastísimo, sino que esconde algo distinto en cada esquina que se vire.
En este viaje onírico nos encontramos con Gilma Luque, con quien platicamos de su última novela. Por su lado, Jaime Ades nos invitó a contemplar el arrullo sideral, material de muchos años de trabajo. En este sueño que se materializa en cada una de las páginas que aquí se despliegan, contamos con la columna de Karen Chacek, que nos habla de un libro que desafía los límites del sueño y la vigilia. Raquel Castro nos confía las pesadillas que de vez en cuando disfruta y las que la atormentan. Leonora Esquivel nos platica de los animales, los sueños y su experiencia onírica durante el reposo. Ricardo Sánchez Riancho reseña un libro en el que poesía y política se intersectan. Finalmente, Rhonald Rivero enumera diecinueve acciones para acercarse a una vida plena.
Más adelante, incluso antes de llegar al despertar de la última página, Antonio Saborit nos comparte sus reflexiones a partir de varios autores, entre los que destacan Roberto Bolaño y Sergio González Rodríguez. Por otro lado, D. Arce García traza un recorrido por el carácter pesadillesco de la escritura y la literatura, en tanto que América Gutiérrez se enfoca en el sueño: un arte poético involuntario. Patricia Mignani expone el sueño revolucionario, el que lo subvierte todo a partir de las feministas Pussy Riot, mientras que Hilario Peña, de la terrible pesadilla de una novela de Liliana Blum.
Antes de finalizar este recorrido por los valles empedrados del tema que nos compete, Adriana Abdó, al lado de sus tres fieles canes, nos presentó su librero. La Frase Napalm, que encierra a Segismundo, fue ilustrada por Valecitas, contamos con ilustraciones de The Rouz, las centrales son arte de Heather Theurer, y desde Bulgaria, Vyara Boyadjieva abre las puertas a la incertidumbre con sus viñetas casi surrealistas.
Despertamos. Observamos las páginas frente a nosotros y concluimos: leer también produce sueños no exentos de algunas pesadillas.