Suficiente, Trump

Suficiente, Trump

13 de octubre de 2020

Rodrigo Coronel

Donald Trump es una incógnita. Lo sigue siendo a pesar de los numerosos libros y artículos que tratan de descifrarlo. Uno es más revelador y desconcertante que el otro. Sus desordenados hábitos laborales, la impulsividad con la que toma decisiones que afectan a miles, millones de personas, o su incompetencia para comprender problemas complejos son tópicos habituales en la ya larga bibliografía que se ocupa del personaje. No obstante, pocos de esos textos ─en su mayoría investigaciones de mérito, por cuánto “desnudan” del comportamiento público de Trump─ fijan la mirada en la paradójicamente oscura intimidad del magnate.

Esa ausencia tiene sentido. Tal parece que, en un personaje de su tipo, la intimidad no es tal, sino una esfera igualmente promocionable, apetitosa para la prensa más gritona. Esa distracción conculcó una importante pregunta: ¿por qué Donald Trump es como es? Para responder con suficiencia este cuestionamiento no bastaban sus intervenciones públicas, el itinerario imposible de sus días o su debilidad por la comida chatarra. Había que tener una cierta intimidad compartida.

La sobrina de su tío

Mary L. Trump se halla en las antípodas del votante promedio de su tío Donald. Es lesbiana, doctora y catedrática universitaria. Vive en Nueva York y, presumiblemente, alejada de su familia. En Siempre demasiado y nunca suficiente, Trump ─la sobrina─ sentó al diván a su familia y las conclusiones de la terapia pintaron un cuadro no precisamente halagador.

La narración, a diferencia de los otros libros que se hacen cargo de Trump ─el tío─, comienza en un sitio inesperado: su padre, Fred Trump. El patriarca de la familia era un personaje más bien secundario en la escenografía mediática del presidente; en el libro de Mary Trump, Fred desplaza a Donald como antagonista. El epígrafe con que comienza el libro, tomado de Los miserables, parece un justo resumen de la tragedia familiar: “Si se deja el alma a oscuras, se cometerán pecados. El culpable no es el que comete el pecado, sino el que causa la oscuridad”. El culpable de esa oscuridad no es otro más que el padre de Trump.

Fred concita los adjetivos más llamativos del libro ─y en un volumen sobre la vida familiar del presidente de los Estados Unidos eso ya es meritorio─, como cuando la autora lo trata de “sociópata” al explicar la relación de éste con sus hijos. “[Los sociópatas] se apropian de otros y los usan para sus propios fines sin piedad y con eficiencia, sin tolerar la disidencia o la resistencia”, escribe la autora.

En uno de los pasajes más descorazonadores y esclarecedores de todo el libro, Mary devela con pulso quirúrgico el origen de la crueldad en el presidente norteamericano, originado, por cierto, por la influencia maligna del padre: “Fred también destruyó a Donald […], arruinó la capacidad de Donald para desarrollar y experimentar todo el espectro de las emociones humanas. Al limitar el acceso de Donald a sus propios sentimientos y hacer que muchos de ellos fueran inaceptables, Fred corrompió la percepción del mundo de su hijo y dañó su capacidad de vivir en él”. Y voilá: he aquí un sociópata cruel… y poderoso.

A ratos, Siempre demasiado y nunca suficiente parece un ajuste de cuentas familiar, sobre todo cuando Mary habla de su padre, Freddy, primogénito de la familia y a quien, según los códigos de un hombre chapado a la antigua como Fred, tendría que haberse hecho cargo del negocio familiar.

La historia se tuerce, y las historias familiares lo hacen más a menudo. Freddy, por ejemplo, tal y como narra su hija, debió sus días más felices a la búsqueda de un camino propio, lejos de las propiedades de su padre y las pullas de su hermano Donald. Sin embargo, esa independencia le acarreó fuertes conflictos con la familia y aupó un alcoholismo que, finalmente, acabó con él.

Quizá más allá de la emergencia social y política que ha acarreado el personalísimo estilo de gobernar de Trump, detrás de Siempre demasiado y nunca suficiente haya una dolorosa cuenta por saldar. No obstante, el mérito del libro trasciende su intención íntima y familiar, pues termina por completar el rompecabezas de una de las personalidades políticas más perturbadoras del siglo XXI.

Mucha luz, poca luz

Tal vez Trump sea uno de los políticos más fiscalizados del mundo. La atención que ha atraído sobre sí se justifica, por un lado, en la misma medida en que su actuar ha trastornado al mundo entero, y por el otro, en su desmesurada debilidad por mostrarse sin reservas ante el público. Ese exceso de sí mismo ─“siempre demasiado”─, ha echado sobre su intimidad más recóndita un pesado velo, hecho de escándalos, gritos y exabruptos. Pero en su intimidad, en las recónditas esquinas de su vida familiar, es donde se responden las preguntas más inquietantes. Ahí es donde quedan resueltas las incógnitas. +