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Perfil: Leonard Cohen. No lo queremos más sombrío

Pocas personas tan multifacéticas como lo fue Leonard Cohen. Podríamos decir que fue canadiense, pero llegó un momento en el que por su éxito y reconocimiento global, no sólo por su música sino por su trayectoria en la literatura, se ganó varias nacionalidades y, también, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011.

Leonard Norman Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Montreal, una de las principales ciudades de Canadá, centro cultural y económico de la región norteame – ricana. Su vida transcurrió entre el desenfreno y el sosiego. Cohen supo —o quizá lo descubrió en el camino— recorrer de polo a polo los varios estados en los que se puede estar en la vida, y sus anécdotas dan cuenta de ello.

Algunos de los vicios de los que Cohen disfrutó fueron parte del origen de muchas de sus obras. No obstante, la semilla de su genio poético fueron las mujeres. Una mujer fue la que corrompió y, una vez que tuvo cierta oscura oportunidad, traicionó a Cohen.

Ella: Kelly Lynch, representante del músico, cercana a la familia y, según algunos rumores, amiga íntima de Leonard. Hubo un momento en su relación, tal vez distanciamiento o disgusto, que profundizó la fractura irreparable. Tras un mal manejo de recursos y varios descuidos del autor de Book of Mercy, Kelly mermó la cuenta de ahorro que Cohen guardaba —al parecer no tan celosamente, o quizá cegado por la confianza hacia su representante—. Una vez que la verdad emergió de entre los oscuros movimientos de Kelly, estalló el juicio, siguieron las demandas y ter – minó la amistad. La condena fue primero formal prisión y luego, un periodo de libertad condicional después de haber transgredido en 2012 la orden de restricción que le impedía mantener comunicación con Leonard Cohen.

El lado bueno de este triste episodio fue el trabajo continuo que Cohen debió mantener para salir de sus deudas y recuperar la vida holgada que gustaba de disfrutar. Ese periodo, posterior incluso al retiro monástico en el que permaneció durante gran parte de la década de los noventa, fue de memoriosos frutos e indeleble huella en la música.

Leonard Cohen poseía una luz que iluminaba entre las tinieblas y la incertidumbre. Su avanzada edad, pero también su refugio en el centro zen, pareciera que lo dotaron de una especie de poder profético; fue como un tipo de gurú iluminado. Así lo percibimos en “How the Lights Gets In”, publicada en The New Yorker, en la que el autor de You Want It Darker —su última producción discográfica en vida— confesó que estaba listo para morir. Hoy su partida es irreversible.

El 2016 se volvió un oscuro obituario y, porque no lo queremos más sombrío, Leonard Cohen ilumina la salida.
 

MasCultura 12-Dic-16