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Sorokin compara a Rusia con el último dinosaurio de la historia

El controvertido y popular escritor posmodernista ruso Vladímir Sorokin, cuya novela "El hielo" ha sido publicada en español el pasado mes de enero (editorial Alfaguara), compara la Rusia de hoy con el último dinosaurio de la historia y asegura que le resta muy poca vida.


"Rusia es un enorme tiranosaurio con los dientes desgastados. Apenas se mueve, cada vez le cuesta más moverse. Yo diría que es un animal que se muere", precisa en una entrevista su diagnóstico paleontológico Sorokin, que a sus 55 años es considerado ya un clásico de las letras rusas.


Según el escritor, uno de los líderes del conceptualismo ruso, todo lo que ha vivido Rusia desde comienzos del siglo XX "son etapas de la desintegración del imperio".


"La desintegración empezó en febrero del 1917. Después, el inconsciente del imperio ruso con increíble esfuerzo engendró a los bolcheviques, que de una manera monstruosa reanimaron ese imperio", sostiene Sorokin, que con voz pausada suelta una a una frases demoledoras.


En su opinión, la Unión Soviética fue "una especie de galvanización del cadáver del imperio ruso, su reanimación artificial".


"Fue un experimento monstruoso, que al principio tuvo éxito al precio de sacrificios colosales, miedo, aislamiento. Luego, de modo natural, el cadáver continuó su caída", añade el literato. Para Sorokin, el último período de la historia rusa, el de (los presidentes) Vladímir Putin y Dmitri Medvédev, es "la última etapa de la galvanización del cadáver imperial".


"¿Que va a pasar? ¿Se desplomará ahora o caerá como en cámara lenta durante varios años? No se sabe", añade el escritor con una sonrisa forzada, cargada de fatalismo. Rusia, insiste, es "un país impredecible, enigmático", aunque su pueblo "no tiene la menor voluntad de normalizar la vida y la situación política".


"Así no puede seguir. No le doy diez años", sentencia el autor de la distopía "El día del oprichnik", hasta ahora su otra única novela publicada en español.


Adversario declarado del sistema político implantado por Putin en Rusia al comienzo del siglo, Sorokin asegura que prácticamente le han forzado a pronunciarse.


"Yo quería ser un literato, pero ellos (los oficialistas) me hicieron escritor en la comprensión rusa clásica de la palabra, profeta, maestro de la vida, etc.", dice con sorna el escritor, cuyos libros públicamente fueron arrojados a un retrete simbólico por miembros de una organización juvenil oficialista.


Su mirada adquiere calidez cuando habla de literatura, que "abriga el alma" en el "invierno político ruso" y por la que -asegura- hay cada vez más interés.


La gente, dice Sorokin, en el último tiempo compra libros "como leña en invierno".


"Conozco a jóvenes y familias jóvenes que no ven televisión por principio", añade el escritor, que resalta el creciente interés del público por la literatura.


En ese sentido, destacó que "afortunadamente" han caído las tiradas de las novelas policiales y de amor, que dominaron el mercado ruso en los pasados años 90.

"No puedo entender cómo se ve Rusia desde España", dice Sorokin al señalar que para él es todo un misterio la acogida que le dará a "Hielo" el público hispanohablante.


Escrita en 2002, antes de "El día del oprichnik" (2006), "El hielo" forma parte de una trilogía, narra la historia de una secta y, según el propio autor, trata de la "búsqueda del paraíso espiritual perdido" y es una "reacción a la desilusión por el intelectualismo actual".


Las obras de Sorokin, que además de novelas escribe obras de teatro, libretos de ópera y guiones de cine, han sido traducidas a una veintena de idiomas.

 

Moscú, 14 feb.