LA SONRISA DE LA DESILUSIÓN: reír para no gritar

Es indudable que el tiempo que nos tocó vivir es tan difícilmente llevadero, como lo ha sido siempre. En todo momento uno busca la forma de poder continuar, aunque choque con pared. ¿Buscar la eterna felicidad? Eso es algo que se sabe imposible. Sin embargo, se ansía un equilibrio tolerable. Guillermo Espinosa Estrada, autor de La sonrisa de la desilusión, nos presenta una serie de narraciones ensayísticas que procuran mostrarnos dudas y problemas cotidianos, en torno al establecimiento de ese equilibrio, con la confianza de esbozar al final una sonrisa.

Muy cuidadosamente, William Thornway, el narrador de los ensayos, nos cuenta pasajes de su vida, desenvuelve sus ideas, sus intereses, sus tragedias. Es un narrador que, en cada uno de los ensayos que construyen su vida, gusta de hacer bromas y cubrir de humor para desmantelar, a veces, crueles verdades.

A lo largo del libro, nos topamos con situaciones lúdicas; juegos y chascarrillos que nos ponen a pensar, por lo cual, al inicio se nos advierte: “Nada de lo que yo diga puede ser tomado en serio […] y, mucho menos, líneas como las siguientes.” Pero ¿qué otra cosa hay más seria que el juego, lleno de reglas y sanciones? ¿Quién no se molestaba cuando algún compañero seguía moviéndose después de haberlo declarado “congelado”? O todavía más estricto: tratar de evadir la planta carnívora o morir en el intento, donde nuestro querido Mario falló infinidad de veces. Así es como se desenvuelve esta obra: bromea de manera seria.

En La sonrisa de la desilusión hallaremos desde cosas risibles hasta cuestiones que, aunque no lo son, nos hacen sonreír. En uno de los ensayos, el Apocalipsis se convierte en un juego, una fábula que advierte del castigo del fin a cualquier desobediente, una historia que, a final de cuentas, se sucederá una y otra vez. En otro de los escritos, la infancia es el momento que en la madurez siempre se anhela tener devuelta, y provoca una nostalgia tan constante, que se hubiera deseado nunca haber dejado atrás esa etapa de la vida. También, la programación televisiva, expone el narrador, toma un papel en la “educación sentimental” o, al menos, se va amalgamando en la vida ordinaria; quizá una suerte de reconocimiento en las tragedias y fortunios de una sitcom como Friends y Cheers, que ejemplifican el breve texto, o, más recientemente, como en How I met your mother. Series cuyos personajes nos provocan empatía y lloramos con ellos, reímos sus equivocaciones y disfrutamos sus triunfos; en fin, todo un mundo que muchas veces se pretende adaptar a otro: el nuestro, y concluye con una realidad más llevadera, algo parecido a lo que se expone en otro de los ensayos sobre la comedia musical; ésta, como un subgénero subestimado, con la capacidad de abolir la crudeza cotidiana, dotándonos de una insoportable levedad. Por otro lado, existe una tendencia apocalíptica —destruir para construir—, en el ensayo donde el enamoramiento echa abajo el proyecto de vida de William Thornway: una biblioteca dedicada a la risa.

La sonrisa de la desilusión son ensayos que tienen algo de filosófico, literario y risueño. Es un libro que se ríe incluso de sí mismo.

Por: Rolando R. Vázquez

Imagen: Pordada del libro La sonrisa de la desilusión de Guillermo Espinosa Estrada.
Mascultura 04-Abril-12