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Maries Ayala nos revela EL SECRETO DE LA CASA DE EL CAIRO

El secreto de la casa de El Cairo, novela de Maries Ayala, nos cuenta la historia de Ana, una arqueóloga encargada del sitio arqueólogo de Umm, en Egipto, cuyos sueños le van revelando los sucesos que ocurrieron en esa misteriosa casa, donde una puerta que jamás se abre guarda viejos recuerdos.

Sin que reveles demasiado de tu nueva novela, ¿cuál es el secreto que guarda la casa de El Cairo?
Si los secretos quieren seguir siendo secretos, no deben ser revelados, ni siquiera parcialmente. Al leer la novela, el lector lo irá descubriendo. Lo único que puedo decirte es que tiene que ver con el amor.

Esa gran casa es un umbral entre el mundo “real” de Ana, la protagonista, y la realidad de los sueños, lo intangible…
Efectivamente, cuando Ana llega a la casa de El Cairo, después de haberla soñado, cruza ese umbral que divide lo material de lo metafísico. Al traspasar la puerta de esa antigua mansión, descubre, poco a poco, lo que ese universo espiritual e intangible empezó a dictarle desde que tuvo ese sueño, siete años antes y a miles de kilómetros de distancia.

¿Qué tanto posee Ana de ti como persona?
Bueno, la casa la viví. El sueño, lo tuve. Y mi viaje a El Cairo fue ese viaje que hace Ana con escala en Nueva York y que sucede precisamente el día del atentado a las Torres Gemelas. Somos iguales también al compartir esa necesidad de capturar lo vivido. La memoria es flaca y se diluye pronto. Había que relatar, sin dejar pasar mucho tiempo, todo ese bagaje de sensaciones con el que uno regresa después de haber vivido en una cultura tan diferente. El resto es invención. La fantasía que se desata ante una realidad más desbocada que la imaginación misma.

¿Tu estancia en El Cairo fue decisiva para escribir esta historia?
Si, totalmente. Aunque ya había viajado antes a Egipto como turista y había hecho los mismos recorridos que visité tantas veces después, estar ahí viviendo y ser parte del paisaje hace que la perspectiva se enriquezca y profundice.

Cuéntanos sobre tu viaje a Egipto, ¿a qué huele? ¿Cómo es? ¿A qué sabe?
Fíjate que así son precisamente los viajes para mí, un viaje a los sentidos… Egipto huele a humaredas de schicha de sabores en las esquinas de los cafetines, a té con cardamomo, a frituras de shish kebab. También a esencia de flor de loto, al incienso que poníamos en la residencia, a unas florecitas blancas y diminutas que venden en las semáforos para la buena suerte y deben ser parientes de las gardenias, al desierto (si el desierto oliera), a lejanía (con el mediterráneo como una gran frontera). ¿Cómo es? Es del color de la piedra caliza de los monumentos arqueológicos, con el Nilo como una vena de humedad abierta que, a pesar de su incuestionable realidad tridimensional, cabe más en el mundo de los espejismos. El Cairo, en particular, es caótico, y en sus calles, atestadas de vehículos, en donde también circulan camellos y gente ataviada bíblicamente, se tiene la impresión de ser un malabarista en el hilo de la historia. ¿A qué sabe? A la arena que se mete a los ojos y a las papilas gustativas durante las tormentas, a la melcocha por toneladas de su dulcería, al pastel de manzana que hacía Hussein, el cocinero de la casa… al corazón enorme de su gente, a las sonrisas que, como las dunas en el Sahara, se prolongan hasta el infinito. A los gritos de los niños que juegan en los oasis perdidos, a las palmeras cuando le hacen reverencias al sol. A ese sol, que muere todas las tardes, como en todos lados, pero ahí lo hace majestuosamente, como Ra, el gran dios rojo y anaranjado que siempre ha sido…sabe también a dormirse soñando en el origen, para levantarse instalada en el mismo.

¿Qué les dirías a los lectores que vean tu novela en Gandhi?
Les diría que esta novela es un trabajo del alma, más que del intelecto, y que, al escribirla, saldé cuentas con fuerzas localizadas más allá de mi misma. Fuerzas que, seguramente, son también imposibles de encontrar en mapa alguno.

Imagen: Extracto de la portada del libro El secreto de la casa de El Cairo de Maries Ayala.
Mascultura 02-Abr-12