Páginas corrosivas en “El águila y el gusano” de Hugo Hiriart

El llanto y la risa son expresiones catárticas. Están cerca y a la vez tan lejos: ¿apoco ustedes no han reído hasta las lágrimas o llorado y concluido en una absurda risilla? Sin embargo, hay cosas que al momento de encararnos nos permiten elegir: llorar o reír. No vayamos lejos: la historia de México, tan llena de traspiés y absurdos que se han decantado en nuestra actual situación social y política, nos da la oportunidad de escoger alguno de los dos caminos.

Hugo Hiriart expone en una obra novelada o, más bien, cuenta con insinuadas lágrimas provocadas por el estertor de la carcajada, el corrupto padecimiento de la sociedad mexicana. ¿Cómo reaccionar ante la violencia que asola y se esparce viralmente por cada calle, cual imagen en internet o frente a la pobreza de miles de personas ya exangües, cuyos bolsillos vacíos siguen siendo exprimidos como pozos petroleros a punto de colapsar? La respuesta que nos proporciona el escritor mexicano se aprehende en “El águila y el gusano” (Literatura Random House, 2014).

Valdivieso es el aglomerado estereotipo del político mexicano, aunque con un ligero toque de sensibilidad cultural y buen gusto, que disfruta del arte de la oratoria y del concurrido perfil corrupto y desleal tanto con “su pueblo” como con su familia. Su historia, aunque él lo desconozca, está puesta con la de otros personajes, pero de ello se enterará cuando la demencia le llegue como caída del cielo, al bajar las escaleras del edificio donde trabaja.

“El águila y el gusano”, por medio de una constante cascada de diálogos que le dan forma a las situaciones y los personajes, contiene a la típica clase adinerada, desinteresada en todo, menos en sus ganancias. Un profesor universitario, experto en arte virreinal y muralismo nacionalista, algo engreído que fue encerrado en prisión por un fraude maquinado por la envidia. Un interrogador que aparece intempestivamente, sin señal de su procedencia. Bandas criminales. Una joven geógrafa desamparada, cuya madre, dueña de un “spa”, la conmina a casarse con un supuesto hombre de recursos. Calixta, la madre, es cercana a Campuzano, asesor de Valdivieso. Ambos se ven increpados por la insistencia de Bolo, perdón, Bolos, el interrogador que revela la imperiosa necesidad de comprar la casa donde vive Calixta. La duda queda sobrevolando y tensiona, ¿qué tiene la modesta casa que quieran para ofrecer una cuantiosa suma de dinero por ella?

Hugo Hiriart, más allá de plasmar con ironía la situación que ha transcurrido a lo largo del tiempo en nuestro país, ofrece un segundo aire, una forma de reflexionar más amena, sin la necesidad de la angustia constante que nos dejan las noticias o el choque en seco contra la triste situación cotidiana.

“El águila y el gusano” entreteje una historia, protagonizada por un variopinto grupo de gente, cuyos caminos se enredan y se tropiezan, en el mejor de lo casos, cuando no salen disparados por ventanas a plena noche o son dinamitados en su propia casa. Aquí se propone reír, en vez de llorar, porque a veces, la risa crítica y ácida también puede corroer la agobiante realidad.

Rolando Ramiro Vázquez Mendoza. @LordNoa

Hugo Hiriart. “El águila y el gusano”, México, Literatura Random House, 2014, 348 pp.

Mascultura 11-Nov-14