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Entrevista de la nostalgia: Ángeles Mastretta

¿Llega un punto en la vida de un escritor en que siente la necesidad de escribir sus memorias o su autobiografía?
Sí. Yo hubiera preferido que el momento se tardara más en llegar. Espero tener veinticinco años para acabar de contar más cosas. 

Tengo ganas de vivir mucho porque me divierto mucho en la vida. Creo que hay textos míos que escribí a los veinte años en Ovaciones en los que hablo de mi infancia como algo muy remoto, y ahora los veinte años los veo como otra infancia. En ellos hablo de lo que fue crecer, cómo fue jugar, cómo fue la vida y la muerte durante esos años. Tuve una infancia feliz y a veces la culpo por la falta de temas, tanta paz no me da para escribir una novela derrotada. Yo quería que La emoción de las cosas fuera un libro de ficción que contara la historia de mis papás antes de que se encontraran y se casaran. Cuando lo lees resulta que no es una novela, ni una historia de principio a fin, lees cosas sueltas, jirones, pero vas accediendo como quien hurga en una cueva, vas encontrando cosas que van moviéndose y destellos que te llevan no sólo a mis historias sino a las historias del lector. Cuando uno habla de su infancia, habla de la infancia de los demás, cuando uno habla de sus padres habla de los padres de los otros. Escribes para contagiar y acompa- ñarte. Escribí este libro con sencillez, con humildad, como una plegaria, pidiéndoles a los lectores que me acompañen y que me perdonen. Para mi es importante contar historias, llevar a la gente a viajar a otros lados. Este libro me dejó lista para escribir ficción otra vez.

Conforme se avanza en el libro parece como si el lector te fuera acompañando en la escritura del libro…
Este libro trata de la memoria, de la familia y de la literatura. Hay una parte de la literatura que es la parte más secreta de nuestra vida secreta, que es ¿cómo trabajas?, porque a veces es un secreto hasta para uno mismo, a dónde voy, cómo hago para contarlo. No quisieras exponerte pero hay gente que nunca confiesa la vulnerabilidad en la que se está al momento de escribir. Muchas veces no sé para dónde voy, no sé si le gustará a alguien, no sé si esto vaya a ser un libro. Lo escribí para que alguien más me acompañe.

Tu abuelo perdió una letra del apellido, ¿qué ha pedido Ángeles Mastretta?
Un montón de cosas. Todos perdemos cosas, el chiste es ir ganando otras, mantenerte asombrado, ganar serenidad en medio de lo que vas perdiendo, serenidad, incluso, para aceptar la muerte. Ahora conozco casi tantos muertos como vivos, pero me voy encontrando otros, gente joven, gente con los mismos intereses. Mi papá se murió cuando yo era muy chica así que tuve que aprender a resolver esa pérdida. Tuve epilepsia y hubo épocas en que perdí el tiempo por estar enferma, que es una manera ingrata de perder el tiempo. En un texto que se llama “Pérdidas”, publicado en El País, cuento la historia de cómo perdí un perro. Lo llevaba a caminar, sin correa, desde los dos meses y así hasta los ocho años. No se había perdido nunca, tenía una placa con su nombre, por lo que pudieron devolvérmelo si hubieran querido. Cuando lo perdí me sentí tan culpable como frente a otras pérdidas. Casi todos nos sentimos responsables cuando alguien se muere, aunque sepamos que nuestra mano no tiene nada que ver. Es absurdo pero eso pasa. Cuando se perdió el perro, por supuesto que yo era responsable de su destino. Eso se llama culpa y está muy mal lidiar con ella.

En el libro hablas sobre máquinas de escribir y computadoras. ¿Cuál de las dos prefieres ahora?
Me fascina escribir en una máquina que ya no me cansa. Pienso en lo que sería escribir un libro en una máquina, como escribía yo antes, cuando la cuartilla estaba tan “pesada” que tenía que recortarla, vivía con el pritt y las tijeras, armando hojas con tal de no volverlas a escribir. Eso ya no lo podría volver a hacer, ahora pico la flecha para atrás, borro la palabra y la vuelvo a poner. ¿Te imaginas que hubiera hecho Balzac con eso? Lo seguiríamos leyéndo. 

 

Lee esta y otras entrevistas que tuvimos en la FIL de Guadalajara del 2012 en nuestro número 43 dedicado al tema “LOS NOBEL”
 

MasCultura 10-nov-16