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Steve Jobs es el "descendiente directo" de Gutenberg, dice el escritor Andahazi

El escritor argentino Federico Andahazi consideró hoy al estadounidense Steve Jobs, fundador de la empresa de computación Apple, una figura genial para la cultura y heredero directo del alemán Johannes Gutenberg (1398-1468), considerado el inventor de la imprenta moderna.

"Lo van a saber las generaciones próximas. Pero sí puedo decir que el descendiente directo de (Johannes) Gutenberg es Steve Jobs", dijo Andahazi (Buenos Aires, 1963) en México.

De visita a México, donde presenta su última novela, "El libro de los placeres prohibidos" (Planeta, 2012), explicó que de todos los protagonistas de la revolución tecnológica contemporánea el más brillante ha sido sin duda Steve Jobs (1955-2011).

"Fue una revolución cultural y pudo ser posible gracias a Jobs, no a Bill Gates, porque el tipo era un intelectual", afirma Andahazi, quien destacó la estrecha relación de Jobs con la tipografía.

Al empresario le atribuye el mérito de haber entendido mejor que otros la importancia que tendría "la difusión del pensamiento" para los seres humanos en un mundo donde la tecnología es omnipresente y accesible para millones de personas.

Nieto de editores y descendiente de húngaros, la última novela de este autor argentino está ambientada precisamente en Mainz (Alemania) y en el juicio allí seguido en 1455 contra Gutenberg y sus socios, el banquero Johan Fuchs y su sobrino, Peter Schöeffer.

Con ambos acabaría Gutenberg teniendo un pleito que le arruinaría, pero que jamás le arrebató el mérito de haber concebido la primera imprenta moderna.

La novela es un "thriller" en el que "nada es lo que parece", y en el que se intercalan dos historias, la del juicio contra Gutenberg, Fuchs y Schöeffer, con la vida en un prostíbulo regentado por las "adoratrices de la Sagrada Canasta", algunas de las cuales son asesinadas.

"En rigor, el lector luego se entera de que las prostitutas no son tales", sino "sacerdotisas" de un culto babilónico a la diosa Ishtar.

La historia está planteada como una reflexión sobre "en qué momento la sexualidad dejó de ser algo sagrado hasta tal punto de que se ofrecía en los templos de la antigua Babilonia, para ser algo pecaminoso", explicó el escritor.

Andahazi sostiene que, con todo y que la novela es ficción, su gran protagonista es en realidad "el libro como entidad".

En aquel entonces todos eran manuscritos, de gran valor y sus dueños "los reyes, los príncipes y la Iglesia, la gente poderosa".

El narrador dijo que eligió aquel momento por considerarlo "la bisagra más importante de la humanidad", el instante de "la aparición del libro impreso" de forma masiva.

Son los años en que Gutenberg efectuó aquella tirada inicial de la llamada "Biblia Mazarina" o "Biblia de las 42 líneas", así conocida por las que tenía su caja de impresión, un acto que le llevaría a ser acusado por el fiscal Sigfrido de Maguncia de falsificador.

Para Andahazi, atribuir a Gutenberg la creación de la imprenta no es del todo cierto: "Yo diría que (…) nunca tuvo lugar, es un lugar mítico en la historia: la imprenta nunca se inventó".

En realidad, apuntó, "lo que inventó Gutenberg es una máquina para falsificar manuscritos" que valían "una fortuna" en tiempos medievales.

Cuando esto sucede, la Iglesia "no tarda mucho en entrar en pánico" temiendo que "se pudieran masificar todos los libros prohibidos" del Index Librorum Prohibitorum, "que eran muchísimos más que los sagrados", en particular uno: "El libro de los placeres prohibidos".

Para Andahazi, como en el caso de Steve Jobs, Gutenberg quizás no fue plenamente consciente del impacto que para la humanidad tendría aquella revolucionaria imprenta de tipos móviles que acabaría con la actividad de los copistas, calígrafos, encuadernadores e "iluminadores" , a cargo de "las letras capitales".

La novela, recién lanzada en México y que posteriormente será presentada en EUA y Europa, agotó en tiempo récord una tirada de 12.000 ejemplares en Argentina en los últimos meses de 2012.

Imagen: El escritor argentino Federico Andahazi.
México, 8 jul (EFE)