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LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN. Crónicas desde el 14 festival de documental de Tesalónica

Hace poco más de 5 meses relataba en este espacio mi primer viaje a Tesalónica a un festival de cine. Justo a mí llegada a Grecia la crisis económica y política detonaban la renuncia del primer ministro Papandreu y se hacía el anuncio de un paquete de ayudas monetarias a cambio de las reformas que imponía Europa. Ante el panorama desolador que pintaban los medios, yo en cambio encontraba una ciudad pujante y llena de actividad con un certamen fílmico extraordinario. No había manifestaciones ni disturbios y las cosas transitaban con mucha calma.

Hoy que visito de nuevo la antigua capital de Macedonia, ahora para cubrir un festival exclusivamente de documentales, se habla de una crisis más profunda y se anuncian nuevos apoyos de la comunidad europea que implican volver a apretarse el cinturón. Aunque las cifras macroeconómicas indiquen lo contrario, por mi parte sigo viendo lo mismo: gente molesta con la irresponsabilidad y corrupción de la clase política -con sobrada razón- que se levanta todos los días a trabajar para sacar adelante a su país.

Por otra parte, en el terreno cinematográfico, la lógica del diálogo que las películas tienen con la realidad no podría ser más interesante. La tan mentada crisis económica ha redituado en la producción de una serie de documentales que retratan la situación y cómo le han hecho frente los ciudadanos de a pie. Así, en lugar de ponerse a llorar, los cineastas griegos se han puesto a filmar la situación para tratar de entenderla y enfrentarla. Muestra de ello es la serie de documentales Docville que recorre las principales ciudades del país y elige una dirección concreta ("Plaza Syntagma" en Atenas, "Calle Constantinopla 280" en Tesalónica, etc.) y que se presentarán a lo largo de la semana.

Mientras eso sucede, el festival arrancó con una importante presencia chilena con dos cintas que retratan la complejidad de un pasado reciente con muchos asuntos sin resolver. En ambas está presente el espíritu de la obra de Neruda y de tantos creadores andinos que han desarrollado su trabajo desde el exilio.

Así, en El mocito, Marcela Said y Jean de Certeau cuentan la historia de Jorgelino, un mozo adolescente que presenció cualquier cantidad de atrocidades durante la dictadura militar en un cuartel en Santiago, y que hoy enfrenta su día a día entre una rudimentaria casa de madera en el campo y el templo cristiano.

Por su parte, Patricio Guzmán construye en Nostalgia de la luz una metáfora espectacular en la que aprovecha su pasión por las estrellas y la situación privilegiada de Chile para estudiarlas, con la búsqueda incansable de viudas y huérfanos de los cuerpos de los desaparecidos y torturados por el régimen militar. Soportada en una fotografía deslumbrante y una voz en off precisa que acompaña sin explicar, la película es una muestra de sensibilidad e inteligencia: cualidades del buen cine que no le caerían nada mal a los líderes que deciden estos días el rumbo del planeta.

Saludos desde Grecia. Seguiré reportando.

@elmoremoreno conductor de El cine y…de Ibero 90.9 fm.

Imagen: Cartel del documental Nostalgia de la luz.
Imagen: Cartel del documental El mocito.
Mascultura 12-Mar-12