Gracias por participar, Verdi

Dentro del campo cultural, hasta los mejores han sido rechazados alguna vez. A Salinger no le aceptaron sus primeros cuentos en la revista “New Yorker”, mientras que a Melville le regresaron “Moby Dick” por ser demasiado extensa y anticuada. Verdi, en el siglo XIX, también fue rechazado por el conservatorio de la ciudad de Milán.

Le Roncole fue la ciudad que lo acogió cuando nació el 10 de octubre de 1813. Giuseppe Fortunino Francesco Verdi dio sus primeros pasos en la música dentro de la iglesia de su pueblo, donde tocaba el órgano; además, ahí mismo, aprendió a leer y a escribir. De familia humilde, cuyo padre atendía un despacho de vinos, mientras su madre se dedicaba a la hilandería, Verdi fue perfeccionando su ejecución musical.

Verdi se mudó a Milán, donde hizo el intento por entrar al conservatorio de la ciudad en 1832, pero para su mala suerte, no lo aceptaron porque “su técnica era poca y deficiente.” Curiosamente, ese recinto ostenta hoy el nombre de este músico italiano. En aquel entonces, el rechazo de la academia le permitió desarrollar sus facultades, entre ellas, la creación de melodías, que se convertiría en una de sus mayores características como compositor.

Como era de esperarse, pocos años después de esa amarga experiencia, Verdi lograría escalar los primeros peldaños que lo consagrarían, pues en Busseto consiguió el cargo de Maestro de Música en el conservatorio del lugar y, meses después, en mayo de 1936 se casó. La vida de Verdi primero conocería la tragedia familiar antes del apabullante éxito, pero ésa es otra historia.

El 27 de enero de 1901, Verdi falleció de un derrame cerebral. Durante su entierro, los asistentes entonaron el coro de “Nabucco”, una de sus óperas. Hoy, a 201 años de su nacimiento, entonamos gustosos la frase ¡feliz cumpleaños!

Con información de: “La vigencia de Verdi” en Letras Libres

Mascultura 10-Oct-14