Tiempos violentos: la historia de la Revolución

“Veintiséis de marzo de mil novecientos veintitrés. Es un hecho: Jesús Herrera tiene el camino libre para acabar con Villa”. Raúl Herrera Márquez

Inscrita en la mejor tradición de la novela de Revolución, la obra de Raúl Herrera Márquez, “La sangre al río”, retrata con una exactitud casi cruel y luminosa la violencia de los tiempos de Madero, Villa y Obregón. Aquella época de pólvora y rabia es reconstruida con minucia, como un proyecto personal que busca salvar la memoria de los desaparecidos, los silenciados, los asesinados por una patria convulsa.

Una virtud mayor ocupa las páginas de “La sangre al río”, la del suceso íntimo que le devuelve la humanidad a la guerra. Raúl Herrera Márquez nos relata la desventura de su familia y la lenta destrucción que sufrieron por parte del general Francisco Villa. Admitamos otra hazaña: Herrera hace funcionar a su narración no sólo como un testamento o documento histórico, sino como una prueba de los límites de la novela. Hay una brillante experimentación que pasa de la entrevista a la carta, y de la carta a la confesión más emotiva: la del autor, que admite los sinsabores que su empresa le provoca y que debe soportar en favor de la memoria; no para él, sino para quien le sobreviva y desee saber de sus raíces.

“La sangre al río” es una narración hecha de retazos bien cosidos, tramados. Da voz a múltiples testigos, su árbol genealógico, como quien trata de encerrar todas las voces de una pena, una pena tan honda como la Revolución.

A momentos recuerda a la obra de Nellie Campobello, “Cartucho”, a momentos a Rulfo. Comparte con estos escritores el magisterio de la lección de historia, de la que indica, con fluidez, hechos o símbolos fundamentales: el periódico “Regeneración”, la lucha entre Villa y Victoriano Huerta, y el homicidio de Madero.

Los apasionados de la historia admirarán la profunda investigación llevada a cabo por Herrera; los amantes de la literatura, el don de la palabra que busca la verdad y la poesía. Quizá lo que más le debamos al autor es su habilidad para recordar que la historia mayor está hecha de historias pequeñas, personales e íntimas. Los grandes eventos de nuestro país están forjados por familias de gente común y real. O en palabras del autor: “el mundo es la herencia recibida de los padres”.

Hoy, más que nunca, para conocernos y comprender nuestro presente necesitamos de libros como “La sangre al río”.

– Raúl Herrera Márquez: “La sangre al río”. México, Tusquets, 2014, 430 pp.

Por Jorge Puebla

Mascultura 14-Oct-14